Jorge Mejía Martínez
La Oficina contra la Droga y el Delito, de las Naciones Unidas, elaboró el Informe La Amenaza del Narcotráfico en América Latina, no hecho público y tampoco puede pasar desapercibido. Tesis central: las Américas tienen un grave problema de drogas que debe ser tratado como un asunto de seguridad hemisférica. América de Sur –Colombia, Perú y Bolivia- produce casi toda la cocaína disponible en el mundo, y en América del Norte se consume casi la mitad de ella. El continente americano produce más de la mitad de la marihuana en el mundo y un 10% de los norteamericanos la fuman por lo menos una vez al año. El tráfico ilícito de heroína, precursores químicos y drogas sintéticas es predominantemente intra-regional. En resumen, la demanda de drogas en las Américas es satisfecha a través de la oferta de drogas de las Américas. El narcotráfico es el síntoma de la existencia de una abundante oferta y demanda, principalmente del Norte.
Así como en Colombia se identifica al narcotráfico -y las criminales disputas inherentes- como la principal causa del incremento de homicidios y en general de la violencia, lo mismo ocurre con el impacto del crimen organizado en Centroamérica, el Caribe y Méjico. Las víctimas son los países y las comunidades atrapadas en el fuego cruzado de las mafias coqueras. La débil aplicación de la ley facilita la producción y el tráfico de drogas, que a su vez mina el Estado de Derecho. El Estudio es enfático en reiterar que no es coincidencia que los países más afectados tengan unas de las tasas más altas de homicidios en el mundo. Por algo la droga trae consigo la dinamización de otras modalidades delictivas como: el mercado negro de armas, el lavado de activos y el incremento de la corrupción. Produce un resquebrajamiento de la economía y la gobernabilidad.
Los analistas de la Oficina Contra la Droga y el Delito consideran que la crisis actual de Méjico se explica porque el 55% de la cocaína producida en Suramérica es transportada a través del corredor Méjico-Centroamérica hacia el norte. En la década del 80 las organizaciones mejicanas fueron las encargadas de transportar la coca hacia los EEUU, en nombre de los carteles colombianos. Pero debido a que a partir de los 90 a los traficantes mejicanos se les pagaba con cocaína, solo era cuestión de tiempo que los manitos dominaran todo lo relativo al comercio. Hoy amenazan también asumir el control del tráfico de droga hacia Europa. En el año 2007 las autoridades mejicanas incautaron 48 toneladas de cocaína, el doble de 2006.
Nuestros países son vulnerables a la incidencia de la criminalidad, dadas sus condiciones socioeconómicas (como la desigualdad en los ingresos), tradición política (exclusión), y el mercado de la droga. De estos problemas el Estudio considera que la producción y el tráfico de coca es el que mejor se puede manejar con acciones colectivas y cooperación nacional e internacional, respecto a lo cual el informe destaca los logros de Colombia, a pesar de que los mismos han creado problemas en otros países, por el ¨efecto globo¨: los narcotraficantes no respetan fronteras. De allí la importancia de la cooperación transfronteriza; más que los enfoques unilaterales o bilaterales, predominantes hasta ahora, se hace necesario el enfoque multilateral para tratar el problema en su integridad. ¡A Verdes que están las uvas, en este campo, con los países vecinos!
En conclusión: el Informe termina destacando la conveniencia de redefinir los enfoques en aras del multilateralismo –crítica fuerte a la tendencia colombiana de descargar el tratamiento del problema a las posibilidades de la cooperación bilateral con EEUU mediante el Plan Colombia- sin que se atreva a auscultar otras opciones más audaces como la descriminalización parcial y gradual de la producción, comercio y consumo de algunas drogas ilegales. La sustitución masiva de los cultivos ilícitos por productos lícitos, tampoco se considera. Los mismos remedios a los mismos males, seguirán produciendo los mismos resultados.
PS: me equivoqué en la columna anterior al condenar de igual manera a Israel y a Hamas. Ambas fuerzas echan mano del terrorismo, pero la respuesta desproporcionada de Israel no tiene más que un nombre: genocidio.