Por: Margarita Restrepo
El pasado fin de semana se cumplió en todo el país y en algunas ciudades del exterior, la marcha liderada por el Centro Democrático a favor de la niñez de nuestro país y en contra de la violencia contra ellos.
Debemos unir nuestros esfuerzos para disminuir las preocupantes cifras de violencia y maltrato contra los menores. La iniciativa, bautizada como “Me la juego por los niños”, además de ser exitosa, tiene la ventaja de que seguirá difundiéndose y expandiéndose por todo nuestro territorio, hasta que se convierta en una verdadera política de Estado en la que estén involucrados todos los estamentos nacionales.
No podemos pensar que con la expedición de normas jurídicas vamos a lograr que los niños sean efectivamente protegidos. Necesitamos ponernos en acción, en establecer protocolos eficaces para garantizar la integridad de los menores de edad. Alertas tempranas, trabajo eficiente con la fuerza pública, acción rápida y transparente de la justicia y, sobre todo, campañas para generar conciencia.
Maltratar a un niño es sembrar dolor, resentimiento, violencia en el futuro inmediato. Los menores deben estar en sus casas, al amparo de sus padres, estudiando, formándose, aprendiendo sobre las distintas áreas del saber. Duelen las escalofriantes cifras de reclutamiento forzado por parte de los grupos armados ilegales. Aquellos que son sacados a la fuerza de sus casas para ser llevados a los campamentos del terrorismo son niños a los que se les acaba la vida para siempre. Su inocencia, sus anhelos e ilusiones son drásticamente pisoteados por aquellos que resuelven convertirlos en sus esclavos.
El evento del pasado 20 de octubre fue el primero de muchos. Hemos decidido en el Centro Democrático hacer de la política de la niñez una de nuestras banderas a largo plazo. Para ello, necesitaremos de la colaboración decidida y permanente del ICBF, entidad dirigida por una profesional integral y de grandes capacidades como es la doctora Juliana Pungiluppi.
Al final del día, todas las iniciativas que adoptemos requerirán del apoyo, el acompañamiento y, en muchos casos, la puesta en marcha de las acciones para proteger a nuestra niñez.
Como en Fuenteovejuna, todos a una por nuestros niños, por su integridad, por hacer respetar sus derechos, siendo conscientes de que ellos no son el futuro, sino el presente de Colombia. Por eso, el pasado sábado exclamé que me la jugaba por los niños y hoy no dudo en decir que me la seguiré jugando por ellos.