Por: Cristian Cartagena

Hasta donde tengo entendido el diccionario político colombiano define a “las bases” como aquellos líderes barriales que jalonan votos para sus jefes políticos y los que ellos designen por imposición de esos varones electorales, o sea, “las bases” son lo opuesto al llamado voto de opinión, que no es otra cosa que el voto a conciencia por propuestas y simpatías, una acción que siempre promuevo, y no por mandato de un cacique o un candidato a alguna corporación legislativa con intereses particulares en un aspirante al ejecutivo.

Teniendo clara esa definición resulta inexplicable que ahora algunos líderes políticos y candidatos a los cuerpos colegiados digan que “las bases” son las que están decidiendo a quien van a apoyar, que ellos son los que están imponiendo al candidato por encima del partido al cual pertenece su jefe y por encima de la decisión del mismo jefe político. Eso jamás lo entenderé, porque una cosa es que “las bases” les mientan a sus jefes, como habitualmente lo hacen, y les digan que sí van a apoyar al candidato que les impone para después promoverle votos a otro aspirante y otra cosa es que el cacique electoral acepte pasivamente que los pájaros le estén tirando a las escopetas, como narra el viejo adagio popular. Eso no me cuadra, aunque estoy seguro que “las bases” son más voltearepas y acomodados que sus mismos jefes y que, por fortuna para la democracia, cada vez prima más el voto de opinión.

 

Por lo anterior, considero más bien que “las bases” se convirtieron en la excusa perfecta de los políticos voltearepas para justificar su indisciplina partidista, su incoherencia política y para finalmente acomodarse en una candidatura que no es la de su partido político, bien sea por conveniencia, por empatía, por una rabieta de puro mal perdedor o porque, simplemente, se quiere montar en el caballo ganador de las encuestas manipuladoras. Voltereta que a muchos no les ha funcionado y no hay necesidad de dar nombres; todos sabemos quiénes son. Entonces ahora, todos esos manzanillos de las política paisa, en especial los que respaldaron las candidaturas perdedores del aval del Partido Conservador y del Partido de la U, salen con la media “perlita” de que ellos sí están acompañando al candidato oficial de la colectividad, pero que “las bases” no y que, en esa medida, ellos no pueden ponerse en contra de “las bases” y decirles que se acojan a la decisión porque luego pierden su curul. ¿No era pues que “las bases” se deben ellos y que trabajan políticamente para los candidatos que ellos señalen? O ¿es que nos creen tarados a todos para meternos ese cuento tan rebuscado, sólo para justificar su voltearepismo? Pues a mí no meten ese cuentico. Y para colmo de males, esos políticos acomodados, que se excusan en “las bases” para no acompañar al candidato de su partido, aseguran que esa aspiración no arranca y que no despierta emociones entre “las bases” y que, por lo tanto, hay que replantear esa candidatura porque no tiene la suficiente acogida entre las supuestas bases, las cuales, a propósito, han perdido las últimas dos elecciones a la Alcaldía de Medellín.

Entonces, mejor yo les pregunto a esos políticos indisciplinados, malos perdedores o voltearepas que no aceptan las decisiones del partido: ¿Cómo van a tener acogida esos candidatos entre “las bases” si ustedes mismos les están diciendo que ese aspirante no es, que ese no sirve, que mejor apoyemos a otro candidato? Insisto, no nos crean pendejos, que ese cuentico no se los cree nadie. Más bien háganse los bobos y no traten de justificar lo injustificable que así les va mejor.