Por: Aldrin García Balvin.

Como estratega político, me encuentro en desacuerdo con la premisa de que los candidatos que no apelan a la mentira y a la infamia están destinados a perder en las elecciones. Al contrario, considero que ha llegado el tiempo de los políticos decentes, aquellos que no necesitan destrozar al otro para ganar réditos electorales. Estamos presenciando un cambio positivo en la política, donde la integridad y la honestidad se valoran más que nunca.

Durante demasiado tiempo, hemos sido testigos de una competencia electoral caracterizada por ataques personales, difamaciones y manipulaciones de la verdad. Parecía que la estrategia para triunfar en las elecciones se basaba en destruir al oponente a cualquier costo. Sin embargo, esto ha llevado a una erosión de la confianza ciudadana en los políticos y en el sistema democrático en su conjunto.

Pero ahora, el panorama está cambiando. Los ciudadanos están cansados de la polarización y la falta de ética en la política. Están buscando líderes que sean capaces de ofrecer propuestas sólidas y soluciones reales a los problemas que enfrentamos como sociedad. Los políticos decentes, aquellos que basan su campaña en la integridad y la transparencia, están ganando terreno y generando confianza en los votantes.

Esto no significa que los políticos decentes sean débiles o ingenuos. Al contrario, son personas valientes que se atreven a desafiar el statu quo y a liderar con principios. Apelan a la razón, al diálogo constructivo y a la empatía hacia las necesidades de la ciudadanía. Su enfoque se centra en la construcción de consensos y en la búsqueda de soluciones que beneficien a todos, en lugar de en la destrucción del adversario.

Los políticos decentes están demostrando que es posible ganar elecciones sin recurrir a la mentira y a la infamia. Su éxito radica en su autenticidad y en su capacidad para conectar con los ciudadanos de manera genuina. Los votantes valoran la honestidad y la coherencia, y están dispuestos a apoyar a aquellos líderes que encarnan estos valores.

Como estratega político, animo a los candidatos a abandonar las tácticas destructivas y a abrazar una forma de hacer política basada en la decencia y la integridad. Es hora de construir un nuevo paradigma político donde la ética y la responsabilidad sean los pilares fundamentales. Juntos, podemos cambiar el rumbo de la política y recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático.

En conclusión, el triunfo electoral no está reservado para aquellos que apelan a la mentira y a la infamia. Ha llegado el tiempo de los políticos decentes, aquellos que no necesitan destrozar al otro para ganar réditos electorales. Es momento de liderar con integridad, construir puentes y trabajar en beneficio de la sociedad. Juntos, podemos crear un futuro político basado en valores y principios que inspire a las generaciones venideras.