La decisión del senador y precandidato a la Presidencia de la República por el Partido Liberal, Mauricio Gómez Amín, de desistir de su aspiración y saltar a la extrema derecha que representa el precandidato Abelardo de la Espriella, a quien decidió adherir, ha sucitado críticas al interior de la Colectividad. La decisión fue señalada de incoherente, como lo hizo el representante Juan Carlos Losada, quien afirmó que “el verdadero Partido Liberal nunca estará con la ultraderecha, a la que pretenden llevárselo Mauricio Gómez y César Gaviria”.
La adhesión de Gómez Amín a De la Espriella, puede verse como lógica, precisamente, en el contexto de la decisión tomada en días pasados por el director del Partido Liberal, César Gaviria Trujillo, de reunirse con el expresidente Álvaro Uribe Vélez y acordar una mega alianza con precandidatos que hagan parte del espectro que va “desde Sergio Fajardo hasta Abelardo de la Espriella”, como lo ha señalado persistentemente el expresidente y líder del partido Centro Democrático, Álvaro Uribe.
No obstante, según el llamado a la coherencia ideológica hecho por el representante Losada, en Colombia, las palabras “liberal” y “extrema derecha” deberían estar en orillas opuestas, por historia, por doctrina y por sentido común político. Sin embargo, la realidad que encarnan decisiones como las de Gómez y Gaviria, obliga a hacerse la pregunta sin ingenuidad: “¿Qué tan lejos o qué tan cerca está hoy el pensamiento de muchos de los militantes liberales del extremo que encarna Abelardo de la Espriella?”
En lo doctrinal, las distancias son profundas e incompatibles.
El ideario liberal, tal como se entiende en Colombia desde hace más de un siglo, se basa en la defensa de libertades civiles y derechos fundamentales, humanismo político y respeto por la dignidad humana, separación entre Iglesia y Estado, garantismo constitucional y debido proceso y progresismo moderado en lo social.
Esa tradición liberal es incompatible con el discurso punitivista extremo, el autoritarismo moral, la estigmatización del adversario político, los planteamientos que privilegian el orden por encima de los derechos y la narrativa de “amigos vs. enemigos” o de “salvadores de la patria”, que es lo que caracteriza el estilo político de Abelardo de la Espriella, quien ha construido una plataforma pública sobre la provocación y la retórica del enfrentamiento.
Pero la realidad política actual es otra en un Partido Liberal fracturado, pragmático y contradictorio, pues parte de su dirigencia ha optado por alianzas coyunturales con sectores conservadores o de derecha, en desarrollo del oportunismo electoral. La retórica antipetrista ha empujado a ciertos liberales hacia posiciones más duras en temas de seguridad, orden público y “mano firme”. Por lo tanto, el “desdibujamiento ideológico” del Partido ha dejado espacio para que convivan discursos que no encarnan el Liberalismo clásico.
Doctrinalmente, el Liberalismo colombiano está en las antípodas del radicalismo de derecha que representa Abelardo de la Espriella. Pero la práctica política reciente ha mostrado un Partido con fronteras ideológicas debilitadas, donde algunos liderazgos se han permitido acercamientos discursivos o estratégicos que nada tienen que ver con la esencia liberal.
Queda claro que no es que el Liberalismo sea de extrema derecha, es que está pagando el precio de haber renunciado a ser fiel a sí mismo… y haberse acostumbrado a nadar como rémora, de manera oportunista.


























