Por: Francisco Galvis Ramos

El Génesis es el libro auroral de la Sagrada Biblia. Ahí hay de todo como en botica, fórmulas para acrecer la vida venturosa y remedios para todos los males. El problema es que en las casas permanece en estado virginal al lado de los gatos de porcelana adornando mesas de centro.

En ella están consignados todos los pecados y todas las virtudes del género humano. No me las voy a dar de especialista, porque no lo soy, pero al menos si he hurgado en unos pocos textos del Antiguo Testamento, pero sí sé decir que no hay allí, desde el Génesis a Hoy, personaje más dañino que Juan Manuel Santos Calderón.

Ungido con abrumadora votación en 2010, unos porque creímos que continuaría con lo mejor del legado de presidente Uribe Vélez y otros muertos del susto del circense Antanas Mockus y véase lo que pasó y sigue ocurriendo en su enloquecida carrera por parecerse a los peores del mundo, de Caín a Idi Amín Dadá aunque, bueno es abonárselo, todavía no come -al menos no se sabe-  de los hígados de los perseguidos que acosa.

Ni hablar del peluquín de la reelección en 2014, embadurnada en mermeladas, corrupción, fraude, émulos encarcelados, tal el caso de Luis Alfredo Ramos Botero, ahora a las puertas de brotar de la oquedad del tenebroso túnel, inmaculado, como inmaculada ha sido su vida de buenos servicios al país.

El doctor Santos no ha hecho más daño porque el maligno le retiró la asesoría, dejándolo a merced de diablos menores, por decir Iván Cepeda, Roy Barreras, los ñoños, Benedetti, las FARC.

La política, el Estado, la economía, la seguridad, la ética pública, las finanzas públicas, la justicia, están vueltas en sus manos una auténtica guachafita, al tiempo que la contratación pública añicos, fuente inagotable de corrupción, cohechos y escándalos, como bien son los casos de REFICAR, OBEBRECHT, procesos liquidatorios corrompidos como SALUDCOOP, CAPRECOM, INTERBOLSA, PREMIUM y váyase a saber cuántos más, al tiempo que encadenadas la oposición, la protesta social, la libertad de prensa, la independencia de los Jueces, la Constitución en estado comatoso.

Con semejante panorama de una Colombia desfalleciente, cómo no tomarnos las calles el primero de abril, cómo no ser activistas en las redes sociales, cómo no decirle al presidente que, en la campaña política que ya despunta, hablaremos de todo lo que él no quiere que hablemos, porque él será dueño de su agenda pero no de la nuestra.

La paz, la corrupción, el narcotráfico, la carestía, los tributos desbordados, el favoritismo, la inequidad económica, la injusticia social, el desempleo y todos esos fardos que el presidente ha puesto en los esqueléticos hombros de la empobrecida sociedad colombiana, son temas no nos serán esquivos.

Santos ha frenado el ascenso social y la adquisición de riqueza, al punto que ha puesto a la clase media en la pista de solicitar membresía en las clases bajas.

Bajo Santos todo está marchito y en olor de pudrición, menos el sector financiero que desborda en ganancias sin cumplir función social. 

Tiro al aire: Santos fue elegido como Santos y terminó reencarnando en Mockus.