Por: Luis Pérez Gutiérrez

Medellín está en manos de la delincuencia. La violencia avanza con crueldad por todo el territorio. El miedo es un olor que la ciudadanía siente, percibe y atemoriza.

El delito se pasea a ojos vistos y siente la gente que no hay eficiencia ni de la justicia o ni de los organismos de seguridad del Estado.

Es insoportable que haya tantos escenarios urbanos en poder de los ilegales.

 

La Comuna Trece, otrora en paz, ahora está de nuevo en manos de la delincuencia, y nada que retorna por allá el orden ni la tranquilidad. En la Comuna Nororiental las bandas decretan toque de queda en las narices de las autoridades, y nada pasa.

Los empresarios del transporte denuncian en los Medios que los combos cobran a cada bus una vacuna de $30.000 diarios, a ojos vistos, y no hay autoridad que descubra a los vacunadores. Si 5.000 buses pagan, son $150 millones por cada día de vacuna, todo para aceitar la delincuencia. La vacuna también se aplica a empresas constructoras de obra pública, a comerciantes, ciudadanos, como si para habitar la ciudad fuese indispensable dejarse vacunar.

Todos los estudios, aun los de la alcaldía, indican que en la Ciudad hay cerca de 700 casas de venta de droga, ollas, y operan como si tuvieran licencia oficial. Cada Olla produce en promedio $650.000 diarios; en total, $120.000 millones al año para aceitar la ilegalidad.

Y mil delitos más a ojos vistos. Pero ahora lo que faltaba: La Universidad de Antioquia y otros Centros Educativos se han convertido en los lugares más seguros de venta para llevar y consumir narcóticos. En el Alma Mater, por ejemplo, se han encontrado ya varios cadáveres por sobredosis. Lo sabe el rector, lo saben las autoridades, lo saben los estudiantes, lo sabe la ciudadanía, y nada pasa. De seguir esta degradación, la Universidad más parece una Olla con cursos de extensión que una Alma Mater.

Con tanto dinero ilegal de por medio, la tarea de las autoridades no es rutina. La simplista respuesta que todo es culpa de un tal Valenciano y de un tal Sebastian no convencen. El delito como empresa, es un mal más complejo y menos simple. Hay que descubrir con seriedad y severidad a todos los actores de la violencia. Dos señores presuntamente acorralados no pueden convertirse en seres mitológicos que derrotan a la Segunda Alcaldía más grande de Colombia, a toda la policía, a toda la Cuarta brigada, a todo el DAS, a toda la Fiscalía, y a todos los organismos de seguridad del Estado.

En los últimos 25 años en Medellín han sido asesinadas cerca de 100.000 personas. Esta cifra produce terror en cualquier lugar del planeta. Es como destruir toda una gran ciudad a punto de bala. Es la más grande tragedia en la historia de Colombia. Es una estampa trágica que supera en crueldad a cualquier novela de terror. 100.000 compatriotas asesinados en nuestra area urbana, es una cifra que nos tiene que llenar de dolor pero sobre todo de valor para actuar unidos contra la delincuencia.

Por eso, no hay más tiempo para contemporizar con los violentos. Dos propuestas.

Una. Mano dura inmediata que le devuelva el orden a los barrios populares, aplicar sin titubeos la autoridad como virtud de la democracia. Que haya una toma inmediata de las comunas en crisis por parte de la Policía, Das, Ejército, Fiscalía, Personería, unidos. La toma debe ser las 24 horas del día y durante un año continuo mínimo para erradicar el semillero de violencia. Mejorar la operación Orion que devolvió la Paz a la Comuna 13 en 2002 y que obligó a los delincuentes a huir o a claudicar porque no pueden existir territorios vedados ni para la gente ni para las autoridades.

Y Dos. Solicitar una Misión Internacional contra la Delincuencia para Medellín que sirva de veeduría sobre la eficiencia de la Justicia y de los organismos de seguridad del estado. Este tipo de veedurías son una práctica internacional en muchos países donde la seguridad o la justicia se ven amenazadas. Algo oscuro pasa, pues los delitos se cometen a ojos vistos sin lograr controlarlos, a pesar de la buena intención que muestran las autoridades. Qué bueno que una Veeduria Internacional se instale en la ciudad, profundice sobre el pasado y presente de esta área urbana, reciba información del gobierno y de la ciudadanía, estudie, verifique resultados,  haga propuestas y ayude a erradicar esta violencia urbana cruel que opera a ojos vistos.