Por: Jaime A. Fajardo Landaeta

Es fácil identificar en Medellín tres escenarios muy propicios para construir parte de una estrategia de convivencia y contra el crimen organizado y sus secuelas.

Escenario uno: Universidad de Antioquia. Mantener en ella el debate libre y abierto, sin ataques terroristas y en lo fundamental sin la presencia de la Fuerza Pública en su interior, salvo en casos muy excepcionales. El gobernador Fajardo Valderrama diseñó una estrategia que fue aprobada por el Consejo Directivo, y que se conoce como “Pacto por la defensa de la universidad pública”. Contempla debates, movilización ciudadana, judicialización de las acciones criminales, prevención del consumo de drogas y promoción de una cultura de la legalidad, entre otros. Se busca generar procesos que impidan que grupos ilegales perturben la normalidad en la institución. Aunque persistan muchos de los problemas, ya se cuenta con una estrategia bien definida y que a largo plazo rendirá sus frutos.

Escenario dos: estadio Atanasio Girardot, epicentro de desórdenes luego de algunos encuentros futboleros. Aunque se han tomado todas las medidas, los resultados no son positivos. Los habitantes del vecindario están en retirada. El problema de fondo es que el modelo de seguridad y concordia vigente, caducó. Se requieren otras estrategias de fondo que implican darle al escenario un sentido gerencial y administrativo distinto, y modificar el papel del club y de los hinchas, temas que requieren de un análisis más profundo.

Escenario tres: comunas y barrios, territorios en donde los grupos ilegales protagonizan hechos violentos, en algunas comunas, que alientan un clima de temor entre sus habitantes Se requiere la implementación de procesos de convivencia, al lado de políticas integrales de seguridad que desarticulen todos los factores estructurales de la violencia en la ciudad, según lo hemos expuesto en artículos anteriores. Para ello se cuenta con el concurso de los gobiernos nacional, departamental y municipal, y es allí donde radica uno de los grandes retos del alcalde Aníbal Gaviria.

También resultaría válido organizar partidos amistosos de fútbol en las comunas, con los equipos profesionales del Nacional y Medellín, en la Universidad de Antioquia y aún en la cárcel Bellavista, previo acuerdo con todas las partes entorno a unas normas de pedagogía y comportamiento que aseguren paz y convivencia. La práctica de un deporte de tanto arraigo popular permitirá acercar más a las diferentes comunidades de la ciudad y -por qué no- eliminar las fatídicas fronteras invisibles. Los casos de las Cárceles Bellavista y pedregal, otros de los escenarios para trabajar la convivencia, ameritan una columna posterior.