Por: Jaime Jaramillo Panesso
Por estas calendas se conmemora la caída del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, mayo 10 de hace 60 años, 1957, un Presidente que no quiso quedarse en el poder mediante el ejercicio de la fuerza. Una Junta Militar, compuesta por los cinco jefes de las armas que componían las Fuerzas Armadas, etapa de transición hacia el Frente Nacional, una alianza de conservadores y liberales que permitió terminar con la “violencia”, denominación de una guerra civil que duró cinco años, bajo la dictadura de Laureano Gómez, y trescientos mil muertos.
Mientras esto discurría, un joven tolimense, Alberto Cendales Campuzano, observaba la política colombiana desde su condición de militar activo. Había estudiado en la Escuela de Cadetes donde fue el primero del curso. Combatió en Sumapaz a la guerrilla comunista de Juan de la Cruz Varela. Cuando cae Rojas Pinilla, Cendales ya teniente, se encontraba en el batallón de la Policía Militar al mando del coronel Forero Gómez, oficial muy cercano al General Rafael Navas Pardo, miembro de la Junta Militar de Gobierno, la cual abrió el camino de regreso a la democracia. Un año después, 1958, se prepararon las elecciones presidenciales donde participaban como candidatos, Alberto Lleras por el Frente Civil y Jorge Leyva por el laureanismo, cuyo jefe estaba en el exilio.
El Coronel Forero Gómez convenció a un grupo de oficiales jóvenes para dar un golpe de estado el 2 de mayo de 1958 y sumaba a otros de alta graduación. El objetivo era reponer al General Rojas Pinilla en la Presidencia, puesto que era legítimo el cargo, según la determinación de la ANAC, Asamblea Nacional Constituyente que hubo de convocar el régimen. El golpe fracasó, no obstante que el Teniente Cendales capturó a tres de los cinco miembros de la Junta Militar. El coronel Forero se escondió en Arboledas, Santander, pero sobre Cendales cayó la persecución judicial militar. Cendales se asiló en la embajada del Paraguay de donde se escapó de sus guardianes. Cendales realizó cinco espectaculares fugas que le dieron un hálito de rebelde con causa.
Mediante argucias logra escapar del cuartel del Grupo Mecanizado No. 1. Es su última aventura. Se dirige al Batallón Caldas y convence al teniente Enrique Escobar que lo acompañe a unirse a las guerrillas de los Llanos, probablemente a la del médico Tulio Bayer. Con cinco camiones, varias tanquetas y orugas y 135 soldados toman camino de La Calera. Tropas leales al gobierno los persiguen, incluyendo vuelos rasantes de aviones de la Fac. Un camión en el que iban Cendales, su hermano Jaime de 13 años y una amiga, Inés Peláez, se vuelca, causándole graves heridas al Teniente Cendales. En tales condiciones lo llevan al Hospital Militar. Mientras tanto, al teniente Escobar le impetra rendición el Coronel Sabogal. Los soldados observan la escena sin inmutarse. Un Teniente, Agustín Suárez, se acerca a Escobar, pistola en mano, le pide rendición, pero Escobar se niega y le tira una patada. Entonces Suárez dispara tres veces y el teniente Escobar queda muerto en plena carretera de Gachetá, donde termina lánguidamente la rebelión.
Después de Gachetá, el Teniente Cendales se derrumba, pasa al estadio de la delincuencia común, participa en un intento de atraco en Barranquilla, en un atentado con carro bomba en Bogotá y perece el 24 de mayo de 1976 en un accidente de tránsito frente a la Escuela de Policía. Pretendió ser un revolucionario influido por la causa castrista, tan presente en la década de los sesentas. La mezcla explosiva de su personalidad de “héroe” hollywoodense, no le permitió vivir para la “gloria”. Lo cual no significa que se participación en los sucesos históricos del golpe militar contra la Junta, no estuvieran teñidos de una convicción institucional de la época. Años después Rojas Pinilla regresará para ser juzgado por el senado. Su pupilo y subalterno el Teniente Cendales no estaba en la lista de los héroes y era totalmente olvidado.