Balmore González Mira

Por: Balmore González Mira

Con motivo de la campaña electoral y en razón de algunas actividades que he conocido, vengo observando con sorpresa como una mera expectativa de elección de un presidente en el país puede paralizar la economía de una manera tan abrupta y  perjudicial para toda una nación.  Varios eventos de los que he tenido conocimiento en los últimos días me han llenado de temor sobre lo que pueda pasar en Colombia, en el catastrófico y remoto caso de que Petro fuera elegido.

Un primer caso tiene que ver con un negocio completamente lícito entre unos empresarios canadienses y unos colombianos sobre los títulos en  unas minas de oro. El negocio venía muy adelantado y los extranjeros sólo estaban pendientes de la aprobación y autorización  de un plan de manejo ambiental para cerrar la operación financiera; pero cuál sería la sorpresa cuando en el día convenido para ello manifestaron que esperarían las elecciones, porque de ser Petro el elegido no invertirían un peso en el país.
Conocí también el negocio de un gran lote en el municipio de Apartadó en el  Urabá antioqueño para un proyecto inmobiliario inmenso  que está aplazado hasta que no se defina la presidencia, toda vez que allí llegarían inversionistas foráneos que han pedido esperar hasta que el tema electoral no se defina.
Así mismo me dice un coterráneo  que estaba planeando regresar de los Estados Unidos después de 28 años de laborar en el norte, pero que le parecía increíble tener que regresar y encontrar  un país gobernado por el socialismo del siglo XXI, me manifestó que aplazaria su retorno hasta que no pasen las elecciones, pues no quisiera vivir en una patria con el esquema de Venezuela.

 

Conocí  a un exitoso empresario venezolano que logró venir a vivir a Medellín y salvar un capital importante de sus empresas expropiadas por Maduro, pues lo otro, en grandes sumas,  lo dejó allá en bonos estatales que no sabe si recuperará, y ahora su inmensa preocupación radica en que si gana el candidato de la Colombia Humana,  le podría pasar lo mismo en nuestro país con sus inversiones y me dijo con toda angustia que mira hacia el sur y no sabría en que país radicarse,  para volver a comenzar de cero lo que le destruyó la revolución Bolivariana en poco tiempo y que él había construido en más de 60 años y varias generaciones con su familia.

Son sólo casos evidentes pero aislados de lo que pasaría con la seguridad jurídica y la confianza inversionista en el país. Una JEP en manos de un gobierno de Petro podría aumentar su poder,  que hoy ya tiene,  en su capacidad de legislador, al expedir sus propios códigos; ejecutivo, al aumentar su propia burocracia de manera alarmante y muy seguramente con sus potestades  judiciales, las cortes, incluida la Constitucional, pasarán a ser sus subordinados en el organigrama de la nueva justicia colombiana. No es sólo lo que pueda pasar en la Colombia común y silvestre, es también el riesgo de la venezolanización de nuestra economía, como hoy la mira el mundo.