Por: Nicolás Albeiro Echeverry Alvarán
Todos somos responsables de la depredación, destrucción y deterioro del paisaje. Nadie puede decir que nada ha tenido que ver: o hemos sido actores en el proceso de modificación del paisaje o hemos sido espectadores que lo disfrutamos, lo sufrimos y, en algún momento -ya convencidos de que nuestra impasibilidad se ha venido convirtiendo en cómplice de la eliminación total de nuestros recursos-, nos volvemos actores, pero del proceso de modificación de la cultura depredadora.

La creación del Parque Central de Antioquia es uno de los últimos intentos de salvación de nuestra riqueza ecológica y ambiental. No ha sido suficiente afirmar con orgullo que somos el País y, en particular, el Departamento con el mayor patrimonio hídrico y forestal, con la mayor cantidad de fauna y flora del mundo. No lo ha sido porque esa verdad no corre por las venas de los antioqueños y los colombianos, como sí corre por las venas de los actores y espectadores de los países industrializados, quienes ya asfixiados, ven en nuestro paisaje una despensa de oxígeno por la cual vale la pena pagar todo el dinero del mundo.

En una despensa de vida es que esperamos que se convierta el Parque Central de Antioquia. Para el disfrute del mundo y, especialmente, el nuestro y el de muchas generaciones venideras.

Sin embargo, conscientes de la verdad ineluctable del crecimiento demográfico, urbanístico, industrial y agroindustrial, es imposible que nos neguemos al progreso. Pero el crecimiento económico que ello implica, nos obliga a actuar comprendiendo el concepto de desarrollo sostenible que debe conducir, además y en especial, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta ese crecimiento, ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades.

La comprensión del concepto de desarrollo sostenible se materializa en proyectos como el Parque Central de Antioquia, que es un sistema de áreas protegidas conformado por 50 municipios del Departamento, el cual facilitará la conectividad de los ecosistemas del noroccidente colombiano, aprovechando y conservando la oferta ecológica de los valles de Aburrá, San Nicolás y del Cañón del Río Cauca.

Éste no es un capricho esnobista: es un mandato superior consagrado en el artículo 80 de nuestra Carta Política que nos obliga a “planificar el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación o sustitución…” Toda acción que sectores público y privado realicemos so pretexto de crecimiento económico y desarrollo social, debe realizarse de manera tal que no comprometa la capacidad y el derecho de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.

El proyecto Parque Central de Antioquia nació de la mano del Departamento Administrativo del Medio Ambiente –DAMA-, en el gobierno de Aníbal Gaviria Correa. En ese convenio participarán Corantioquia, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia, entidades comprometidas en la declaración de nuevas áreas protegidas, la administración de aquellas ya declaradas, el manejo integral de cerros tutelares, la reconversión agroecológica en tierras campesinas, la promoción y desarrollo del turismo ecológico y la generación de más espacio público verde para el fortalecimiento de la cultura ambiental ciudadana.

Esperamos que los gobiernos departamental y locales, Asamblea Departamental de Antioquia, concejos municipales, Corporaciones Autónomas  Regionales, sectores productivos, organizaciones no gubernamentales, universidades y población, en general, trabajemos convencidos de la necesidad del ordenamiento estratégico del territorio para mejorar la calidad del aire, las condiciones hídricas, el espacio público, disminuir la pobreza, alcanzar la equidad y, en consecuencia, la seguridad, la calidad de vida y la dignidad de los antioqueños.

Todos somos responsables de la destrucción o del disfrute del paisaje, que como lo recuerda el Convenio Europeo del Paisaje del año 2000, “desempeña un papel importante de interés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social, y constituye un recurso favorable para la actividad económica, y su protección, gestión y ordenación pueden contribuir a la creación de empleo”.

El Parque Central de Antioquia debe convertirse en proceso dinamizador de las culturas locales, y parafraseando el Convenio Europeo del Paisaje, debe ser “un componente fundamental del patrimonio natural y cultural antioqueño, que contribuye al bienestar de los antioqueños y a la consolidación de la identidad antioqueña”.

El Parque Central de Antioquia debe convertirse en clave del bienestar individual y social de los antioqueños, en el que todos, actores y espectadores, tenemos responsabilidades para su protección, gestión y ordenación.