Gabriel Zapata Correa

Por décadas, el desplazamiento por la paralela al río Medellín, costado oriental, hacia el norte de Antioquia, obligaba la mirada hacia una comunidad que se instaló en uno de los asentamientos más complejos, un depósito de basuras y desperdicios de la ciudad.

 

Para muchos, resultaba imposible entender cómo familias enteras lograban sobrevivir a tan hoscas condiciones. A manera de anécdota se cuenta que quienes invadían, auscultaban el terreno con un tubo y en donde emanaba gas, allí se instalaba la cocina. Vale la pena recordar que esos gases eran producidos por las miles de toneladas de basura que se habían depositado, lo que da perfecta cuenta del entorno en el cual respiraron por años.  Por el riesgo que significó el morro del barrio, muchas familias han sido reubicadas, pero muchas otras pudieron permanecer en el lugar para ser testigos de una evolución sorprendente.

 

Primero, fueron unas cuantas familias y luego fueron cientos de ellas las que gracias a la acumulación de material reciclable y al surgimiento de una industria dedicada a esta actividad, libraron su sustento recogiendo cartones, metales, vidrios y todo tipo de elementos susceptibles de ser aprovechados en la industria del reciclaje. 

 

Esta historia es obligada para entender la magnitud de lo que ha ocurrido en este sector, puerta de entrada a la comuna nororiental. Los planes de transformación y de intervención de muchas administraciones, por fin se concretaron con los cambios físicos y sociales de una zona que llegó a ser catalogada como una de las más pobres de América latina.

 

Esa condición de extrema pobreza fue la que motivó el mejoramiento paisajístico, pero también la unión de esfuerzos entre la administración municipal, organizaciones comunitarias, ONGs, empresarios y universidades para fortalecer y consolidar seis colectivos empresariales: en el sector mecánico y automotriz; en el servicio doméstico; confecciones; reciclaje; comidas rápidas, artesanías y fabricación de arepas. 

 

Estos grupos empresariales lograron estampar su propia marca social llamada “AUTENTICA”, un sello que da cuenta de empleo, desarrollo económico, emprendimiento y asociatividad.

 

Moravia, el antiguo basurero, es hoy modelo social, en Medellín, Antioquia y el país. Moravia es hoy auténtica, no sólo por su historia genuina, sino por su evolución y sus gentes, capaces de transformar la más compleja de las realidades.