Por: Eduardo Aristizábal Peláez
Tenemos que reconocer las buenas intenciones de las empresas de televisión Caracol, R.C.N. y Win de facilitar a los televidentes colombianos seguir fácilmente los diferentes espectáculos internacionales de fútbol, como El Mundial y la centenaria Copa América que terminó el domingo, entre otros. Pero mirando este último evento escenificado en Estados Unidos, tenemos que concluir, que dichas empresas se inclinan cada vez más por el show, en detrimento del periodismo serio y profundo, seguramente pensando en que éste da más sintonía, pues además de los aficionados auténticos, son muchos los colombianos que sin ser seguidores habituales del fútbol, este tipo de eventos les llama la atención, porque les despierta curiosidad o para no quedar out de la pasajera moda. Respetamos dicho criterio, pero hacemos uso de nuestro elemental derecho a no compartirlo.
Una cosa es el cubrimiento periodístico: informar, opinar, educar, distraer… a cargo de PERIODISTAS y otra cosa, los aspectos colaterales, que calificaría como el show y que es válido, pero independiente de la transmisión seria y profunda; éste espacio debe estar a cargo, no de periodistas, sino de presentadores, animadores. Para que gastan tanta plata llevando a un joven periodista, que muchas veces tiene más comportamiento de aficionado que de profesional de las comunicaciones, a gritar en medio de una barra, para preguntar ¿quién va a ganar? No he visto en dichas transmisiones al primer aficionado que se vaya en contra de su país. Se nota que son actuaciones improvisadas, sin preparar ninguna guía para evitar improvisaciones, lo hacen y siguen preguntando sandeces, como cuál va a ser el marcador, quien hace los goles, en que minuto van a ser los goles… ufff.
Y qué decir de los jóvenes comentaristas. Algunos tirando besos en televisión… ¡qué horror! Que vedettes; sus maestros no les enseñaron o se les olvidó que los periodistas somos medio, no protagonistas, que no tenemos que hablar de nosotros, pues nuestra vida es publica en las actuaciones profesionales, pero privada en la parte personal. Todos son dueños de la verdad, como los comentaristas argentinos, no respetan criterios ajenos y tratan de ridiculizarlos, matando la controversia que con argumentos se convierten en sanas polémicas y muy periodísticas.
Y qué decir de los exfutbolistas o técnicos. Si se les situara realmente como analistas auxiliares únicamente con base en inquietudes concretas de periodistas profesionales, hasta sería válido, pero no, cumplen prácticamente la misma función del periodista, entrevistando, informando, sin estar preparados cuando, deben simplemente opinar. Muchos de ellos pidiendo tarjeta roja por el permanente atropello a la gramática castellana: hubieron, han habido, habemos, apreta, negocea, en vez de hubo, ha habido, hay conmigo, aprieta, negocia.
Preocupante, para ellos, los ya habituales descalabros de R.C.N. Televisión en este tipo de competencias. Víspera de mucho y día de nada. Un narrador con una superlativa promoción, sin responder a las expectativas, con un respetable y gran periodista como Hernán Peláez, quien triunfó y es bien entretenido en radio, pero no fue suficiente para sumarle al rating en T.V. Nos quedamos añorando a un Jorge Eliecer Torres, un Benjamín Cuello, un Jorge Eliecer Campuzano.
En mi personal criterio me agradó la narración y clásico canto del gol de Javier Fernández, el análisis del profesor Gustavo Alfaro, la profundidad y verticalidad de Iván Mejía y Carlos Antonio Vélez.