Por: Eugenio Prieto Soto

Los Ex Gobernadores de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía, iniciaron con profunda convicción ética y con sentido de responsabilidad política, una marcha hacía la construcción colectiva de la filosofía de la noviolencia como camino hacia la justicia, la libertad y la reconciliación; propósito en el cual, fueron acompañados por muy diversos sectores sociales y por las gentes de campos y ciudades que desde sus entornos vitales sueñan con resolver conflictos, exclusiones e inequidades.

Tristemente, cuando nuestros líderes, en ejercicio de su convicción filosófica, realizaban en acto valeroso la marcha por la reconciliación con Caicedo, su camino pionero fue interrumpido abruptamente por las Farc, el 21 de abril de 2002, quienes los secuestraron y después de más de un año de cruel cautiverio, el 5 de mayo de 2003, los asesinaron vilmente, con los soldados y oficiales del ejército que compartieron su sacrificio.

 

El pasado 5 de mayo, conmemoramos 8 años del atroz magnicidio que privó a los ciudadanos antioqueños de su Gobernante y del Comisionado de Paz y generó en el ánimo de muchas personas, escepticismo, desesperanza e incertidumbre, sobre las posibilidades de un proyecto construido desde sólidos fundamentos de justicia, equidad social, inclusión política, respeto profundo por las diferencias sociales y las divergencias ideológicas.

 

La libertad como valor fundamental y no subalterno y la dignidad su valor conexo, fue su convicción. Su responsabilidad social fue constante. Oportunidades y posibilidades en educación, salud, vivienda, trabajo digno, nutrición infantil y el respeto a los derechos del más débil, fueron prioridad en su tarea de servicio público. Sabían como ninguno, que el núcleo de la agenda política de un pueblo, es el respeto a sus derechos humanos. Su magisterio público estuvo siempre basado en la visión de un Estado transparente, regulador, eficiente, eficaz y facilitador.

 

Sí hay un camino, la noviolencia, que nos permitió encontrar otras rutas, que se definieron desde el diálogo abierto de una sociedad participante y un buen gobierno. El Planea, el Plan Congruente de Paz, las Asambleas Constituyentes, el Laboratorio de Paz del Oriente antioqueño, Mana, Viva, la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, la Rendición Pública de Cuentas, son rutas y procesos de amplia convocatoria ciudadana, que se convirtieron en toda una revolución social, que ellos gestaron y pusieron en marcha.

 

La marcha por ellos iniciada, no sólo fue interrumpida por quienes no respetaron su libertad y sus vidas, también lo es por quienes desdibujan el compromiso con lo público y abusan del poder -por acción o por omisión-, por la corrupción que carcome nuestro cuerpo institucional y social, por el sectarismo y la exclusión, por la mezquindad de algunas instituciones, como el Gobierno de Antioquia, para quien parece que nada representa la vida y obra perenne, mucho menos el histórico y execrable magnicidio de dos Ex Gobernadores ocurrido en su cautiverio.

 

Respetamos y valoramos su legado, honrando su memoria, hoy y siempre, con la convicción de que la siembra que depositaron en tierra fértil y abonada, más temprano que tarde, germinará. Por Guillermo y Gilberto a quienes abrazamos hasta el infinito; por quienes sufren y padecen el secuestro, la tortura, la desaparición, las violencias; por los excluidos y marginados, la marcha, sólo se interrumpió temporalmente, continuará con renovado vigor en el largo plazo, por la construcción de una Antioquia nueva, de una Colombia justa, equitativa, incluyente y en paz, como la que ellos soñaron y por la que lucharon hasta el supremo sacrificio de sus vidas.