Fabio Humberto Rivera

En el P.O.T y en el Código de Convivencia existen normas que prohiben establecimientos abiertos al público con venta de licor en áreas cercanas a universidades, escuelas, colegios y centros religiosos, por ser incompatibles unos con otros.

En los mismos acuerdos se prohiben discotecas, tabernas y cantinas en zonas residenciales, para garantizar a los residentes tranquilidad y seguridad.

 

Esta prohibición no atenta para nada contra la libertad de empresa ni contra el empleo de nadie. Busca que estos negocios se instalen en corredores comerciales donde no violen los derechos de miles de ciudadanos.

 

Muchas discotecas funcionan aparentemente dentro de la legalidad por estar bajo otras normas que lo permitían años atrás, pero no por esta razón son menos dañinas a la comunidad.

 

Las quejas permanentes de residentes, el rechazo ciudadano por la bulla, el desorden y el consumo no solo de licor sino también de estupefacientes al rededor de muchas universidades debe obligar al Alcalde a revisar el tema y tomar las medidas que conduzcan a proteger los intereses colectivos por encima de los particulares.

 

El ruido exagerado debe ser monitoreado permanentemente y sancionado por parte del Área Metropolitana.

 

El consumo de cigarrillo dentro de estos parches tiene que ser sancionado por la Secretaría de Salud.

 

La Policía debe hacer inteligencia, combatir la venta y el consumo de popper, marihuana, basuco, coca en estos sectores, al mismo tiempo que debe aplicar sanciones donde se viole la ley.

 

La Secretaría de Gobierno y la Policía deben ser más vigilantes para impedir que menores de 18 años frecuenten estos parrandiaderos al frente de su lugar de estudio.

 

La administración no puede seguir argumentando que no tiene armas para hacer cumplir las normas y proteger a las personas. Puede perfectamente sancionar por las violaciones a esas normas y puede además, regular los horarios de atención al público de aquellos negocios que alegan ser legales bajo acuerdos aprobados en tiempos anteriores.

 

No es mojigatería. Quienes siendo mayores de edad quieren consumir licor deben buscar los negocios en los sitios donde no perjudiquen, como lo hacen hoy a respetuosos e indefensos residentes, profesores y a estudiantes que solo desean avanzar en sus carreras.

 

Por supuesto que a Pilsen o Bavaria también les cabe responsabilidad al financiar el montaje de los Parches Pilsen en sectores donde causan tanto daño a la población en general. Deberían levantar, al menos, sus equipos de zonas residenciales y de la proximidad de los establecimientos educativos, como un gesto de responsabilidad social.

 

La ciudad enfrenta además de esta anomalía, un problema complejo que tiene entre sus causas el consumo de licor y droga cercano a los escenarios deportivos.

 

El Secretario de Gobierno y la Policía deben revisar el manejo que se tiene antes y después de los partidos sobre los cientos de personas que utilizan el sector del Estadio, desde la carrera 74 y la 80, la calle Colombia y la canalización donde se consume alcohol y todo tipo de droga a la vista de las autoridades sin que se haga nada para evitarlo, perjudicando enormemente a los habitantes del sector y convirtiéndose en el detonante para la violencia dentro y fuera del escenario deportivo.

 

¿Qué pueden hacer cientos de hinchas borrachos y drogados como espectadores en un partido de fútbol?.¿Cómo proteger a los miles de hinchas no violentos, de esos pequeños grupos agresivos y fuera de control?. ¿Qué debe hacer la administración para que no se pueda consumir licor en sitios cercanos a universidades y establecimientos educativos?. ¿Qué puede hacer usted para ayudar a mejorar la convivencia en Medellín?