Por Jaime A. Fajardo Landaeta

La construcción de una estrategia metropolitana en materia de seguridad y convivencia ciudadana sigue siendo un clamor ante el embate del crimen organizado y el surgimiento de nuevos factores que fortalecen a las bandas y combos presentes en el Valle de Aburrá.  Pero algunos alcaldes no han querido dar los pasos para concretar esta alternativa y subestiman el fenómeno, lo creen ajeno o pretenden manejarlo con paños de agua tibia.

 

A partir de un hecho delictivo del cual fue víctima uno de mis hijos, muy amablemente el alcalde de Envigado José Diego Gallo Riaño propició una reunión en la que estuvimos con la Secretaria de Gobierno y el mayor Néstor Raúl Cepeda Cifuentes, Comandante de la policía local. Allí tuve la oportunidad de conocer las estrategias que se vienen implementando en esa localidad.


Las mismas incluyen reuniones con las entidades financieras, con las comunidades de los conjuntos residenciales, el accionar de retenes con el apoyo de 50 unidades de más, el refuerzo de la Policía Metropolitana, la campaña de prevención sobre el uso y abuso de las sustancias psicoactivas, la captura de personas vinculadas con hurtos, porte ilegal de armas y de explosivos, vehículos inmovilizados, etc. 

Ha resultado clave el apoyo de la comunidad en la implementación de estas medidas, que mantienen al municipio como uno de los más seguros del departamento, sin que ello implique que no sienta el impacto de los fenómenos delincuenciales que atacan a la subregión. 

¿En dónde están los problemas que deben superarse en el inmediato futuro? Precisamente lo hemos sostenido en este espacio, de manera reiterada: en la carencia de una política metropolitana que logre contener los delitos cometidos por delincuentes que se mueven entre los municipios. 

El Área Metropolitana no tiene clara una visión de conjunto del problema; tampoco el propio Alcalde de Medellín y algunos del Valle de Aburrá. Compete a la Gobernación trazar directrices que obliguen a adoptar estas políticas y a acatarlas con rigor. El Gobernador está en mora de exigir resultados en el tema. 

Pero además se corrobora un hecho que el presidente Uribe ventiló hace poco en Medellín: que en el Bajo Cauca una de las bandas emergentes logró imponer su dominio sobre otra u otras. Hace falta valorar el impacto que sobre el Valle de Aburrá tiene el hecho de que una o varias agrupaciones delictivas se estén imponiendo sobre otras. Los miembros de bandas sometidas entregan información que desata el terror entre las comunidades porque se suscitan acciones de exterminio de muchos ex compinches, e incluso la imposición de medidas de alto riesgo sobre habitantes de varios municipios. Y no se ven los planes de contingencia ante esta nueva realidad. 

En Envigado, por ejemplo, actúan nuevos integrantes de bandas emergentes que imponen el dominio dando muerte a sus similares que no se unen a las recién conformadas agrupaciones; otras veces los desplazan del territorio. En consecuencia, no podemos dormirnos sobre los laureles de unos buenos resultados porque ahora los vándalos cuentan con una capacidad logística y militar más amplia.  

Atención alcaldes, Gobernador y comandantes de la Policía y el Ejército: lo que aquí está pelechando no se resuelve con el manido discurso de los alcances de la seguridad democrática, porque la realidad urbana es muy distinta a la que se pregona. 

No se puede seguir ocultando una realidad de a puño, la seguridad en los centros urbanos esta en quiebre y el programa bandera del Presidente Uribe no opera para estas urbes. 

Punto Final: ¿Es que la sociedad antioqueña no se conmueve ante la tragedia de una familia de Dabeiba, víctima de una mina antipersonal sembrada por los grupos ilegales? ¿O ante el asesinato de un niño en San Carlos? ¿Dónde quedó la Comisión Humanitaria de Antioquia que en buen momento creó el ex gobernador Aníbal Gaviria Correa? Es urgente volver al legado del Plan Congruente de Paz y de la Asamblea Constituyente de Antioquia.