Por: Alfaro García

Según el reconocido escritor Jorge Luis Borges, el maestro elige a sus discípulos, mientras que el libro no elige a sus lectores;  de ahí que el libro se convierte en un objeto sagrado para la humanidad, que debe ser valorado, respetado y bien tratado.

Antes que existiera el libro como herramienta de comunicación y expresión de sentimientos y emociones, el ser humano vivió a plenitud la cultura oral, que haciendo uso de la palabra, los símbolos y los signos, le permitió comunicarse con los otros.  La oralidad fue la única herramienta con la que contaron ilustres personalidades para convencer.  Jesús de Nazaret, con sus parábolas enseñó y convenció; Sócrates quien de forma peripatética enseñaba a sus discípulos y el mítico “Pitágoras, de quien se dice, disfrutaba mucho cuando podía hablar sin parar a sus alumnos.  Se ha dicho que los sabios no escribieron, se escribe acerca de ellos.

Como homenaje a los libros y sus lectores, se celebrará en Medellín la tercera fiesta del libro y la cultura.  Feria que esta vez será dedicada a Cuba y su gente, toda Cuba en Medellín, quienes como invitados especiales vendrán de aquella cultura caribeña, de la que nos ha llegado el mejor ron, la buena música y el mejor tabaco.   Pero… el hecho de mencionar la palabra Cuba, despertó en algunos ortodoxos ciudadanos, apatía y recelo por la invitación que resalta a un país que ha vivido por tantos años la opresión y el constreñimiento a las libertades.  La descalificación para la feria y para la administración municipal por tremenda ocurrencia no se hicieron esperar y la hicieron sentir en diferentes medios.

Considero que de manera neutral y sin apasionamientos, se debe analizar el tema.  El pueblo cubano es un pueblo hermano, no todo en ese país caribeño tiene que ser malo.  Colombia en el concierto internacional es reconocida como una nación “libre y democrática”, pero que contradictoriamente tiene altos índices de violencia y corrupción, pero no por ello todos somos malos, son más las cosas buenas para mostrar y resaltar; igualmente los cubanos tienen su lado amable, es cuestión de óptica.

Tal vez lo que ha faltado, o mejor, no se ha visto, es que la Administración Municipal de Medellín defienda su idea y aclare los malos entendidos.  ¿Será que no hay funcionarios capaces de salir a los medios e ilustrar sobre el tema?  Cuando las ideas se expresan, se debaten y se defienden con argumentos, los opositores no tendrán más remedio que respetar dichas expresiones.   Toda esta controversia lo que debe es aportar a la construcción de la tolerancia, nada más oportuno y benéfico que en la ciudad se puedan dar encuentros entre diferentes culturas de manera civilizada y sin violencia; así las libertades y las diferencias serán puntos clave a la hora de emprender cualquier discusión.

La feria del libro debe convertirse en un espacio de recogimiento y conocimiento, donde se inculque en los ciudadanos el amor por la lectura; lástima que los libros sean tan costosos y de difícil acceso para la mayoría de los ciudadanos que valoran la lectura y ven en ella la oportunidad perfecta para aprender y opinar.

Ahora para que las futuras ferias continúen siendo un éxito y tengan impacto en la ciudadanía, debe pensarse y estructurarse desde las administraciones municipal y departamental un programa que disminuya o se erradique el analfabetismo; ¿si a los ciudadanos no se les enseña a leer, para que los libros…?  Bien lo dice el proverbio árabe:  “los libros, los caminos y los días dan al hombre sabiduría”.