Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Que Colombia sea un país con una de las poblaciones más felices del mundo es un superlativo que muchos otros países no pueden ostentar debido a varios factores:  guerras, pobreza, analfabetismo, hambrunas, sequías, dictaduras, entre otros, no obstante lo cual un porcentaje importante de la población, por no decir alto, es pesimista y tiene gran proclividad a quejarse: que no tiene plata, que está enferma, que no hay empleo, que hace mucho frío o mucho calor, que tanta corrupción, que mucho taco o trancón, que no hay por dónde andar, etc., y aunque es verdad que todas estas quejas son una realidad, debe haber conciencia de otras cosas, pues ese lado negativo, no es exagerado decirlo, ya hace parte de nuestra idiosincrasia.

No voy a dar lecciones, solo apelo al hecho que hay otras realidades, insisto, que están ahí, que deben verse para que la vida sea más amable.  Curioso resulta, según encuestas, que es más feliz la gente de menos recursos económicos, lo cual indica que no siempre el dinero es sinónimo de felicidad y satisfacción.

Problemas tenemos todos, de una u otra naturaleza los tenemos, pero el solo hecho, y en eso tengo una inquebrantable convicción, de estar vivos, en pie de lucha, es bastante decir, y no es cuestión de resignación, porque no me gusta ese término, y si a eso le agregamos que tenemos familia, hijos, amigos, compañeros de trabajo, el panorama luce mucho mejor.   “Que Dios me de salud, con lo demás me las arreglo yo”, dice un  personaje en una entrevista que leí recientemente.

Debo decir, porque lo he experimentado, que una de las mejores cosas que le puede pasar a un ser humano en algunos momentos de su vida, es tener adversidad, porque es uno de los pocos estados que hace que nos esforcemos, que saquemos lo mejor de nosotros, de luchar por las cosas que queremos, pero muy especialmente, de darnos cuenta de las  fortalezas que tenemos y de lo que somos capaces.   Abundan los ejemplos: casi todos nuestros gloriosos medallistas olímpicos provienen de familias que han tenido distintas adversidades, artistas, científicos y muchos hay que las han vencido y son dignas personas de imitar y de seguir sus ejemplos.

También hay que decir que vencer la adversidad no es fácil, sobre todo porque somos dados a tirar la toalla rápido, hay que contraponerle resolución, disciplina y constancia, pero más que nada, la inquebrantable creencia que se va a triunfar, para lo cual hay que tener objetivos claros y definidos. Y aguantar, que los resultados aparecen.

Además, lo que cuesta esfuerzo y trabajo es lo que genera satisfacción, no así lo que luce y resulta fácil.

De tal manera que lo correcto es generar oportunidades y saberlas aprovechar cuando estén a nuestro alcance y dejar atrás la quejadera que lo único que hace es que se nos agranden los problemas y no ver lo bueno que tenemos.

Es posible pasar de la adversidad a la felicidad.