Por: Gabriel Zapata

Con resultados elocuentes y certeros, la comuna nororiental de Medellín ha cambiado su estigma de haber sido una de las más violentas de la ciudad. La razón de este renacer reconocido aquí y en el exterior, comenzó siete años atrás cuando el estado ausente, decidió hacer presencia efectiva con obras de alto impacto para la movilidad a través del Metrocable y de desarrollo urbanístico que definitivamente le dieron un nuevo rostro a la zona encumbrada y de topografía abrupta. El hecho de que en los primeros cuatro meses de este año, se hubiera presentando 9 muertes violentas, frente a 67 en igual periodo del año 2010, logrando una reducción del 86.6%, es sin duda un gran indicador de cambio, atribuible no sólo al trabajo de la fuerza pública, sino, en un alto porcentaje a la transformación que ha tenido la zona. Cómo no evidenciar cambios, si los indicadores dan cuenta de 125 mil metros cuadrados de espacio público intervenido, 18 nuevos parques, 4 paseos peatonales, 4 puentes peatonales y 8 pasos a nivel; obras que generaron la ocupación del 92% de mano de obra de habitantes del sector, el incremento del 300% del comercio en el paseo urbano de Anda Lucía y la realización de eventos empresariales que han generado ventas por 170 millones de pesos. Todo el proyecto urbano integral, hizo que por primera vez una de las comunas que exhibía más pobreza y violencia, presentara crecimiento en el índice de desarrollo humano.

 

 

Expectativa similar, aunque mesurada, presenta hoy la comuna 13 de Medellín, en la zona centro occidental, con la llegada del progreso a través de escaleras eléctricas a cielo abierto, precursoras en el país. Aquí la solución a la inmovilidad, no llegó por aire, sino en movimiento ascendente y descendente para cambiar el panorama de estrechas graderías de pavimento, 350 en total, y de laberintos aterradores, en donde están enclavadas las humildes viviendas, pero los cuales también favorecen la huida y el refugio de delincuentes que se disputan el control de la zona.

 

La montañosa Comuna 13, tristemente afamada por ser foco de conflicto armado en Medellín, vive toda una innovación producto de los seis tramos, 94.5 metros lineales de escaleras eléctricas con tecnología japonesa que conectarán la parte baja del barrio las Independencias con el sector conocido como la Torre, beneficiando a cerca de 20 mil personas, quienes tendrán para su servicio y extendido sobre la pendiente un tramo semejante a un edificio de 15 pisos de alto.

 

Inversión en bienestar y convivencia es lo que traducen los 13.500 millones de pesos que cuesta este proyecto y que además incluye 103 obras en total: viaducto de 1.680 metros lineales para caminar y para el tránsito de motos; mejoramientos viales; paseos urbanos y dos edificios, uno de ellos destinado para divisar el progreso de la propia comuna que espera con esta transformación, ver reducidos sus índices de desempleo, violencia y pobreza. Gracias a esto, a partir de diciembre, la vida en la 13 se moverá por la escalera del optimismo y la esperanza.

 

El crimen, la miseria, la ausencia de cultura y educación, necesariamente ceden terreno, cuando la aplanadora de la inversión y el desarrollo se imponen, así que adelante los tranvías, las locomotoras, los túneles, las Autopistas de la Montaña y todas las obras que generen progreso y transformen realidades.