Presidente del Fondo Nacional del Ahorro

Por: Augusto Posada Sánchez

El Fondo Nacional del Ahorro no da votos. Los servicios del Fondo Nacional del Ahorro no pueden ser utilizados por ningún candidato como promesa de campaña a cambio de votos.

El Fondo Nacional del Ahorro da viviendas, educación y dignidad. El Fondo Nacional del Ahorro tiene que ser ejemplo de respeto a la Constitución, a la Ley, a la democracia, a la transparencia, a la imparcialidad, a la pluralidad y a la participación ciudadana libre, sin coacción de ningún tipo, especialmente sin chantajes oficiales.

Éste es el pensamiento del Fondo Nacional del Ahorro y todos debemos ser consecuentes con ello: empezando por su Presidente. Pero, también, la sociedad debe ser inteligente y consciente de que ningún candidato a los cargos ejecutivos regionales y locales y a las corporaciones públicas, tiene la potestad de garantizar vivienda o educación a través del Fondo. Quien lo haga, está engañando.

Obviamente no podemos suspender los procesos y el desarrollo de los programas de la Entidad mientras pasa esta turbulenta corriente de las elecciones territoriales. Eso también sería irresponsable. Pero debe quedarle en claro al País que nadie puede hacer uso del nombre y los servicios del Fondo Nacional del Ahorro con fines proselitistas, y tampoco puede existir en la mente de ninguno de nuestros funcionarios, la idea de aprovecharnos de la necesidad de nuestros afiliados y ahorradores de acceder a nuestros servicios financieros para acariciar su sueño de tener casa propia.

Aunque no podemos ser hipócritas: indudablemente tenemos nuestras apetencias políticas, pero éstas son personales y no institucionales. Todos nuestros servidores y funcionarios deben saber que nuestro ordenamiento jurídico nos tiene terminantemente prohibido participar en política. Y ello se hace directa e indirectamente: con proselitismo abierto abrazando las banderas partidistas de nuestra predilección, o presionando el favor popular de quienes ven en nuestra institución la verdadera alternativa de alcanzar la dignidad de un techo propio con calidad, o de saltar una de las trampas de la pobreza mediante el acceso a la educación.

Hacerlo no sólo es inconstitucional e ilegal, sino que es inmoral, antiético e injusto.

Nosotros tenemos que salvaguardar la moralidad pública, un poco porque debemos evitar convertirnos en sujetos disciplinables y sancionables, pero más porque debemos ser ejemplo voluntario de transparencia, de honradez, de imparcialidad, de igualdad y de neutralidad. Así que quien pretenda desde alguna candidatura utilizar con ánimos politiqueros nuestra institución, debe saber que se encontrará con una barrera insalvable conformada por el empeño decidido de todos nuestros empleados y trabajadores de ser los guardianes de esa moral pública.

Al interior del Fondo tenemos en claro que la política electoral no puede convertirse en riesgo de conflicto de nuestros intereses. En esta época, especialmente, tenemos que dejarnos guiar por la luz que emana el principio del interés general. Ella nos iluminará en cada paso, en cada acción, en toda decisión que pueda verse afectada por la injerencia de los intereses particulares políticos. El resultado será un comportamiento oficial realmente transparente y decente, en el que prima el bienestar de nuestros afiliados y ahorradores voluntarios. Su felicidad no tendrá que ver con compromiso político de cualquier índole.

Nada diferente tenemos qué hacer a cumplir diligente, eficiente y con imparcialidad el servicio que nos ha sido encomendado por el Estado; a evitar que nuestras actuaciones u omisiones perturben sin justificación alguna, el servicio que no debe ser menos que especial y de calidad; a tener claridad que la felicidad de la gente está en nuestras manos; y a impedir que cualquier candidato se arrogue la facultad de decidir en nombre del Fondo quién será o no beneficiado, dependiendo de si votan o no por él.

No podemos dejar que personajes con intereses políticos crean que tienen la oportunidad en las manos de influir en las decisiones electorales de nuestros afiliados y de los que lo son potencialmente, aprovechándose de la vulnerabilidad a que los someten sus sueños de vivienda propia y de educción.

Sobre el tema no hay que redundar. Es tan claro que basta terminar esta reflexión diciendo que es una falta gravísima que utilicemos el poder de nuestro cargo, especialmente con la sensibilidad inherente al objeto del servicio del Fondo Nacional del Ahorro, para participar en actividades que favorezcan partidos o movimientos políticos y, por supuesto, a candidatos a gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y Juntas Administradoras Locales.

Y que ningún candidato a lo largo y ancho del País puede utilizar el nombre del Fondo Nacional del Ahorro para presionar a afiliados, ahorradores o potenciales beneficiarios a respaldar una campaña política, o influir en los procesos electorales que habrán de concluir este 25 de octubre.

En síntesis: el Fondo Nacional del Ahorro no da votos. El Fondo Nacional del Ahorro es el camino más expedito hacia la vivienda y la educación, sin presión de ningún tipo. El que ahorra sus cesantías o lo hace voluntariamente, hace fácilmente realidad sus sueños.