Por: Ramón Elejalde

Cada vez que los colombianos vamos conociendo las intimidades del programa Agro Ingreso Seguro, la indignación es mayor. No tiene justificación alguna lo que hicieron con los dineros del Estado. No es mi intención dividir la sociedad entre ricos y pobres, fueron los mismos administradores del programa agrario los que han producido ese nefasto efecto sobre la sociedad colombiana. No puede rasgarse las vestiduras el Gobierno por algo que él mismo ha causado por su torpeza y por su afán desmedido de favorecer a los más ricos, constante acción política desde que se inició este ya largo mandato.

La mismísima Dirección de Planeación Nacional ha reconocido que el 46% de los colombianos, que son cerca de 20 millones de personas, viven en condiciones de pobreza y que la indigencia o extrema pobreza es del 17,8% (El Espectador, agosto 24/2009), esto indica que existen unos ocho millones de compatriotas que se acuestan todos los días con hambre y mientras eso sucede el programa Agro Ingreso Seguro repartió millones y millones de pesos a los más poderosos, incluyendo a los hombres y familias más ricas de Colombia.

Todos reconocemos el esfuerzo del Gobierno por llegar a los más pobres, programas como Familias en Acción, Familias Guardabosques y proyectos productivos son prueba de ello, a pesar de los cuestionamientos de politiquería que llevan aparejados los mismos, pero también hay que reconocer que el crecimiento económico que disfrutó el presidente Uribe durante sus dos mandatos, en nada ayudó para acortar las desigualdades sociales que son muy altas en Latinoamérica y que en Haití y en Colombia son de niveles subversivos. Frente a tanta pobreza, frente al hambre que ronda a más de 28 millones de colombianos, regalar o prestar a bajísimos intereses millonarias sumas a personas o familias que todo lo tienen, es como mínimo una afrenta, una vergüenza, un deshonor.

Nadie desconoce que el Gobierno, en defensa de la economía y de los puestos de trabajo, subvencione o tenga divisas preferenciales para las exportaciones. Así ha sido siempre, aquí y en todas partes. Pero no puede meterles a los bolsillos de los acaudalados más plata para hacerlos más ricos, en una sociedad, como ya lo vimos, tan desigual y con un programa que tenía otro objetivo: Menguar el impacto que el TLC con Estado Unidos pudiera tener sobre el campo colombiano.

Tampoco nos pueden salir con la peregrina explicación de que fueron los campesinos pobres los más beneficiados cuantitativamente con el programa Agro Ingreso Seguro, cuando estamos viendo que más del 90% de los recursos llegaron a unos pocos, a los que no la necesitaban. Muchos recibieron muy poco, mientras pocos se llevaron lo más grande de la torta. Acciones gubernamentales como ésta, lo que propician es una mayor de la concentración de la riqueza.

De los dos debates en el Senado de la República, el primero promovido por el senador Jorge Robledo, y el segundo, la moción de censura del partido Liberal, hay que decir, con toda honestidad, que pasamos del cielo al infierno. Mientras por un lado vimos al senador Robledo serio, documentado, preciso y contundente, en el debate de la moción de censura a los intervinientes liberales se les vio repetir deshilvanadamente los argumentos de Robledo, con un desafortunado traspié del senador citante Juan Manuel Galán, cuando dijo y se desdijo de una supuesta inhabilidad que tenía para abordar el tema. No le fue bien al liberalismo y desaprovechó una brillante oportunidad de seguir liderando la oposición en Colombia, especialmente en un tema sensible que le está causando dolor e indignación a la gente.

Finalmente esperemos que los medios de comunicación, como efectivamente lo vienen haciendo, sigan espulgando los listados de AIS para que conozcamos la verdad, ya que la Contraloría General de la República está dedicada a lo mismo: Grandes anuncios de muchas investigaciones y anomalías, pero nada de nada. Como siempre. Al doctor Álvaro Uribe, a quien por causa del desaguisado de AIS se le ve perder respaldo popular, no le luce sostener al Ministro de Agricultura contra viento y marea, luego de uno de los más grandes episodios de corrupción en la historia de Colombia.