Se han conocido, según los reportes de los medios de comunicación, alarmantes datos sobre el incremento de los homicidios en la ciudad de Medellín y el área metropolitana en lo que va corrido del año 2009.
Como es apenas natural, un fenómeno de esta naturaleza obedece a múltiples causas, y no soy yo quien va a darle un enfoque reduccionista a este enorme problema. Sin embargo, quiero tratar una arista que a mi leal saber y entender, para nada contribuye a lograr un ambiente de paz y convivencia en las comunidades que de nuevo temen un recrudecimiento de violencias generalizadas en contra de los más vulnerables, que son precisamente los inermes habitantes de esta ciudad.
Me refiero a la actitud del señor Alcalde de Medellín Alonso Salazar con respecto a los desmovilizados, a la base social en donde ellos se asientan, y la organización que los agrupa, la Corporación Democracia.
En múltiples ocasiones, funcionarios de la Alcaldía, en no pocas veces encabezados por el mismo Alcalde, han manifestado abiertamente su disgusto y rechazo con el que ven el concurso de desmovilizados en los mecanismos de participación establecidos por la institucionalidad, tales como los comités para la determinación de los presupuestos participativos, las mesas de trabajo en donde se analizan los temas de seguridad y otras instancias comunitarias.
Se pretende de esta manera hacer desaparecer cualquier posibilidad de liderazgo positivo que los ex combatientes hayan estado adelantando en sus comunidades, de la peor forma que un gobernante pueda llevar a cabo: ignorándolos e impidiéndoles figurar como genuinos representantes de esas comunidades.
Cuando un gobernante es elegido, pasa de representar los intereses del sector que lo eligió, a ser el vocero y a defender a toda la comunidad, incluso a los contradictores. Esta es una paradoja de la democracia, pero el gobernante que no la entienda y la resuelva en la práctica, pierde legitimidad, es presa de roscas y camarillas, con detrimento del resto de la sociedad que no hace parte de ellas.
Con dolor y preocupación, veo que Alonso Salazar ha gobernado de forma excluyente, defendiendo solo los intereses de su grupo de amigos, por ejemplo de las ong’s de izquierda como el IPC, Corpades, entre otras, de las cuales él siempre hizo parte. Y lo hace en detrimento de otras organizaciones sociales que no tenemos la misma visión que ellas, y que tenemos otra forma de mirar el conflicto, porque queremos resolverlo de una vez por todas y no hacerlo eterno, como otras que no están interesadas en hacerlo, porque se les acaba su razón de ser, y de paso se esfuman las jugosas ayudas internacionales a la sombra de las cuales han medrado, y pretenden seguirlo haciendo. Por ello nos han proscrito de nuestro escenario natural que es la comunidad, prácticamente han prohibido que nos expresemos y nos persiguen con saña digna de mejor causa.
Se hallan nuestros líderes marginados, y ante el amedrentamiento, muchos de ellos sean desplazado o se encuentran ocultos. Ejemplos hay muchos. Uno de los casos más llamativos es el de La Sierra en la comuna 8. Ante las falsas denuncias elevadas en su contra por parte del IPC, nuestro líder Edwin Tapias tuvo que desplazarse, abandonando el entorno en el que siempre vivió.
Yo modestamente pregunto ¿será la mejor forma de concluir un proceso de desmovilización el perseguir a lo que queda de su dirigencia? ¿Son conscientes el alcalde y sus paniaguados el enorme daño que le están haciendo a la sociedad? ¿Estamos siendo empujados de nuevo a situaciones que queremos superar?
Si el Alcalde con sus actitudes extrañamente revanchistas no genera confianza en quienes ya tomamos la decisión de abandonar todo tipo de actividades ilegales, ¿Cómo espera que otros actores armados ilegales ingresen por la senda de la institucionalidad y el respeto por las leyes? Creo que el Alcalde de Medellín, al pretender con su estigmatización acabar con el liderazgo de los desmovilizados, no sólo nos está haciendo un enorme daño, sino que está tirando por la borda cualquier posibilidad de que se adelanten procesos de paz en la ciudad.