Por: Jaime Alberto Carrión
Hace unos días encontré un grafiti de respaldo a las FARC en la pared del salón de clase. Me sorprendió que mis estudiantes no tuviesen comentarios sobre el particular y comencé a sospechar que consideran estas expresiones como parte del paisaje. También los docentes y directivos de las universidades públicas se han venido acostumbrando a estas manifestaciones; y aún hoy es posible encontrar el grafiti, intacto, con su mensaje de respaldo a la guerrilla más sangrienta, inhumana y autoritaria de nuestra historia.
Sin duda el grafiti es resultado de un Inadaptado. No existen organizaciones de base de las FARC al interior de la Universidad Nacional de Colombia. Lo contrario conduce a que admitamos que tienen razón aquellos sectores de derecha y ultraderecha que criminalizan al Movimiento Estudiantil y en general a la comunidad universitaria, y que justifican el ingreso de la Fuerza Pública, cualquiera sea su expresión, a los campus de nuestras universidades.
Claro, algunos me dirán: “pero…si se trata del ejercicio de la libertad de expresión”. Es cierto, este es un derecho humano y debemos respetarlo y protegerlo. Sin embargo, también se trata de un proceder que busca en el fondo mancillar la comunidad educativa y también al Movimiento Estudiantil. Expresar que los campus universitarios son territorios de un ejército ilegal, que allí se mueve a sus anchas y que son parte del paisaje. Como si evidenciando su presencia en la comunidad universitaria se justificara del algún modo su sistemática violación a los Derechos Humanos y los actos de barbarie, que no de política, que a diario protagonizan en contra de nuestro pueblo e institucionalidad.
Así las cosas hay deber de expresar un profundo rechazo frente a estas manifestaciones, por parte de diversos estamentos y expresiones orgánicas de la comunidad universitaria.
Ya es hora que el Movimiento Estudiantil, y todos aquellos y aquellas que pertenecemos a la comunidad, manifestemos con fuerza que no existe espacio para ningún ejército al interior de la universidad pública. Ni regular ni irregular, ni de izquierdas ni de derechas. Sólo quienes defendemos nuestras ideas pacíficamente y con la razón tenemos un lugar allí.
Y es hora principalmente para el Movimiento Estudiantil porque su silencio frente a estos hechos retrocede su lucha años y quizá décadas. Hay que decir que el Movimiento no puede quedarse sólo con marchar, cesar y propiciar la anormalidad en el calendario académico de las instituciones públicas educativas. Su papel político y social va más allá incluso de los problemas que experimenta la educación pública. El Movimiento está llamado a construir la democracia deliberativa y social en el país, ya que los partidos, los sindicatos y las organizaciones sociales no lo han conseguido; pero no puede dejarse derrotar por el factor letal que hoy día lo elimina: Un Inadaptado que raya en las paredes cuando nadie está observando.