Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

 Este 8 de marzo se celebra en gran parte del mundo el Día Internacional de la Mujer, sea esta la ocasión para hacer un breve recuento de lo que actualmente sucede con el sexo fuerte.

Es cierto que los tiempos han cambiado, pero desafortunadamente el paso del tiempo no ha servido para que cambien cierto tipo de prácticas, que si en algún momento ocurrieron, no deben nuevamente suceder.  A lo largo de la historia, con muy contadas excepciones, las mujeres, junto con otros grupos de seres humanos como los afroamericanos, los gitanos, los homosexuales, entre otros, han sido objeto de recurrentes y sistemáticas violaciones a muchos de sus derechos, esto es, han sido vapuleadas, vilipendiadas, ultrajadas, cosificadas e instrumentalizadas y todavía hoy, en pleno siglo XXI, cuando ha habido avances en la humanidad de todo tipo, muchas mujeres siguen siendo blanco de este tipo de circunstancias.   Esto debe quedar atrás.

Para mí el día de la mujer no es cada año, el 8 de marzo, todos los días son propicios para reconocer en ellas lo grandes, lo importantes y lo vitales que son en todos y cada uno de los escenarios y espacios de la vida.   Más bien diría que el 8 de marzo, con toda la rimbombancia que suele tener este día, debe servir a los apáticos, a los misóginos, a quienes por una u otra razón desconocen sus derechos, que ahí están y estarán, que son imprescindibles, importantes, únicas, irremplazables y un etcétera muy largo.

Las mujeres son dadoras de vida, de alegría, son punto de equilibrio, con un indiscutible sexto sentido, pulcras, muchísimo menos proclives a la corrupción, costumbre nociva y tan común en los hombres, por esto y por muchas otras cosas les debemos reconocimiento y respeto.

La mujer ha comenzado a realizar muchas actividades nuevas, pero no por ello ha dejado de lado aquellas que ya traía de épocas anteriores, logrando de este modo articular sus tareas laborales y proyectos personales con su rol como esposa y madre. La mujer de hoy tiene una gran capacidad como trabajadora, estudiante, madre, esposa, hija, compañera, amiga, administrando muy bien su tiempo y realizando varias cosas a la vez.

Mujeres hay dignas de emular, se han abierto espacios importantes y merecen abrirlos más y tener otros.   Brillan en el campo deportivo, en el artístico, en el económico, en el político (aunque no es la panacea este campo, el hecho de ser menos corruptas en el manejo de la cosa pública, merecen la mención).

No es de poca monta que muy seguramente el próximo presidente de los Estados Unidos sea una mujer, Hillary Clinton;  Alemania, el país más importante de Europa, es dirigido por una mujer, Angela Merkel;  Michelle Bachelet, es por segunda vez presidenta de Chile;   dos de los más importantes organismos económicos del mundo, la Reserva Federal de los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, son dirigidos por Janet Yellen y Christine Lagarde, respectivamente. En Colombia, Noemí Sanín Posada, Martha Lucia Ramírez, Bertha Hernández de Ospina, Sofía Ospina de Navarro, Luz Castro de Gutiérrez, Nidia Quintero de Balcázar, Katherine Ibargüen, Mariana Pajón, María Isabel Urrutia, María Luisa Calle, María Isabel Rueda, María Jimena Duzán, Shakira, Piedad Bonnett, Laura Restrepo, Ana Mercedes Hoyos, Beatriz González, Vicky Hernández, Margarita Rosa de Francisco, en distintos campos, han hecho historia.

Dios ilumine y bendiga a las miles de mujeres, que en forma silenciosa están luchando por lograr que sus hijos se conviertan en ganadores de la vida, ellas trabajando en cargos humildes de sol a sol con muchos sacrificios y humillaciones, en algunos casos, pero también con orgullo y reconocimiento, van logrando sus propósitos.  Son esas heroínas anónimas que van dando ejemplo a la sociedad.   Son muchas a las que conozco y admiro día a día más y más.

Las mujeres tienen derecho a sentir, a vivir, a trabajar, a pensar y expresar sus ideas y llevar a cabo una vida digna y con responsabilidad. No obstante, a través de la lucha de las mujeres para defender sus derechos, sus ideales y darse un lugar en igualdad a los hombres, donde el machismo indolente desaparezca definitivamente y hombres y mujeres se miren frente a frente como seres humanos iguales, con los mismos derechos y garantías, se habrá alcanzado el mejor de los momentos para las mujeres.

Muchas felicidades, todos los días de la vida, a quienes a no dudarlo, en todo, son mejores y más guapas que nosotros los hombres.