Por: Nelson Martínez
Cada día que pasa, Medellín se desangra más: en algunos sectores los toques de queda ilegales, las balaceras, los enfrentamientos armados, las amenazas, el expendio y consumo de droga, son habituales. Según estadísticas del Instituto de Medicina Legal, en el primer semestre del año fueron cometidos 1.057 homicidios.
La ciudad está tocando fondo y parece que las soluciones se les agotan a los dirigentes políticos, quienes están en la obligación de velar por la seguridad y devolverles la tranquilidad y el bienestar a todos de sus habitantes.
Los grupos armados al margen de la ley, los cuales están conformados cada vez por más niños, están arraigados en la ciudad desde hace varios años. La deserción escolar por causas de la violencia, aumenta estrepitosamente. Todo esto genera que el círculo vicioso de la pobreza y la violencia, nunca llegue a su fin.
Pero la solución no está únicamente en aumentar el pie de fuerza, las recompensas y los subsidios. Las acciones en la búsqueda de la paz y la seguridad, deben estar acompañadas de soluciones que posibiliten el acceso a más y mejores empleos, y a educación técnica, tecnológica y universitaria, para un mayor número de personas.
Es importante detectar cuáles son todos los factores criminológicos generadores de violencia en las diferentes comunas de la ciudad, para implementar acciones tendientes al respeto de los derechos humanos, mejorar el sistema judicial de la ciudad y la reducción de la impunidad.
Definitivamente hoy sólo es posible alcanzar la paz por la vía de las decisiones políticas.