Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Por: Juan David Palacio Cardona*

Los mandatarios del mundo hoy centran gran parte de sus agendas en los temas ambientales, principalmente para hablar de adaptación, variabilidad y cambio climático. No obstante, muchos podríamos coincidir en que parece un tema que se ha convertido en un discurso monotemático, en paisaje, y que no se está tomando con la seriedad que merece.

Se ha tenido poca asertividad para abordarlo, hoy es un tema tan técnico que poco o nada importa para algunos sectores. En ese sentido, la ausencia de los ciudadanos es aún más notable. Uno de mis propósitos es evidenciar los matices y variables de los temas ambientales, para que conozcamos que todo tiene consecuencias para todos y que es responsabilidad de los 7.700 millones de personas que hay en el mundo.

Es necesario partir de lo básico: la tierra tiene una temperatura promedio pero nosotros, al demandar bienes y servicios que requieren de combustibles fósiles para ser producidos, hemos ocasionado su calentamiento y si la temperatura del planeta aumenta, al menos, en un grado centígrado, los efectos serán devastadores para la humanidad. Incluso la vida de la fauna y la flora podría peligrar. A esto se le añade que la producción de energía con fuentes no renovables generan Gases de Efecto Invernadero (GEI), que contaminan el mundo.

Hoy, cerca del 55 porciento de la población está viviendo en las ciudades, exponiéndose al deterioro del aire por las emisiones de las fuentes fijas (industrias) y las fuentes móviles (automotores), sumado a factores que son externos y que escapan de la posibilidad de la gobernanza para la toma de decisiones, como son los incendios. Todas estas situaciones terminan propagando gases -como los óxidos de nitrógeno (NOX), óxidos de azufre (SO2) y precursores de material particulado (PM2.5)- que inciden negativamente en la salud de las personas, principalmente en la de adultos mayores, asmáticos, mujeres en embarazo, gente con afecciones cardíacas, entre otras.

Por estas razones, se hace necesario fijar políticas claras, reales y responsables para tomar decisiones asertivas, en relación con el aire. Sé que una determinación sostenible ambientalmente implica comprometer grandes cantidades de dinero, con lo que –en ocasiones- se podría afectar la competitividad del territorio, al centrar los esfuerzos en las condiciones ambientales y no en la generación de recursos, no obstante, siempre será un juego de ponderación entre economía, salud y ambiente, pues son sectores que se confrontan y la posición frente al tema varía, según los intereses de cada uno.

Así las cosas, es prioritario definir medidas que, por ejemplo, promuevan el uso del transporte público como la columna vertebral de la movilidad. Hoy en Colombia existen más de 16 millones de automotores que contaminan y la congestión en las ciudades degrada la atmósfera. Es así como se debe restringir de manera responsable la circulación de automotores y promover la movilidad activa, como el uso de la bicicleta. La última feria del automóvil de Múnich tuvo un salón con más bicicletas que carros y estos mensajes, que son muy claros, van dirigidos a la transformación de la sociedad y los territorios.

Otra cosa que se debe hacer es impulsar en las industrias la búsqueda de procesos más limpios en la producción, en donde se conserven los materiales, se reduzcan los residuos y se optimice el consumo de energía. Luego, si bien debemos avanzar hacia ese punto, también debe consolidarse el compromiso de la ciudadanía de consumir responsablemente.

Todos los esfuerzos deben estar centrados en la generación de conciencia y de gobernanza por la reducción de contaminantes que aceleran el cambio climático. Necesitamos salir de la cotidianidad y tener un respiro para reflexionar y revaluar la forma como pensamos, nos transportamos y producimos, para cuidar el planeta y el aire que respiramos, sin frontera alguna.

*Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá
@JDPalacioC