Por: Carlos Mauricio Jaramillo Galvis

La agricultura es señalada como la clave para entender el inicio de las civilizaciones. Todo comenzó en ese momento misterioso e inmenso que conocemos como prehistoria, cuando nuestros lejanos antepasados lograron domesticar las primeras especies vegetales. Esto habría ocurrido hace unos 14.000 años.

El surgimiento de la agricultura tuvo un impacto evidente: por primera vez era posible influir en la disponibilidad de los alimentos. Las consecuencias de este descubrimiento fueron estremecedoras: aparecieron las primeras aldeas, los recolectores nómades se transformaron en campesinos sedentarios. La actividad agrícola fue predominante para las economías durante miles de años, antes de la revolución industrial. Pero su importancia no decae ni con la aparición de fábricas ni con la proclamada llegada de una era digital. Después de todo, se trata de producir alimentos. Y sin alimentos, la vida no es posible. De esta forma, miles de generaciones de campesinos en Colombia han obtenido  sus semillas de manera informal y sin regulaciones de ninguna clase. Las semillas que han sido guardadas en las granjas y fincas  y,  su libre intercambio entre las diferentes comunidades,  ha sido  por largo tiempo la base de la práctica agrícola del país y del mundo entero,  práctica que en la actualidad se ha hecho ilegal bajo la  nueva Resolución 970  de 2010 emitida por el ICA “Por medio de la cual se establecen los requisitos para la producción, acondicionamiento, importación, exportación, almacenamiento, comercialización y/o uso de semillas en el país, su control  y se dictan otras disposiciones”.

La susodicha Resolución 970 termina por atrapar a nuestros campesinos en una laberinto infame, pues las semillas que tendrán permitido plantar son variedades “protegidas” por corporaciones transnacionales en nombre de la reconstrucción de la agricultura y que tienen su origen en Norteamérica (Masanto, Sygenta, Bayer y Down Chemical), otorgándoles una patente o derecho de monopolio exclusivo, utilizando una estratagema denominada Protección de Variedades de Plantas (PVP), que exige, además, que las variedades vegetales deben acatar los estándares de la Convención UPOV (Unión Internacional para la Protección de Variedades Vegetales), la cual requiere que sean nuevas, distintas, uniformes y estables. Las semillas de nuestros campesinos no pueden cumplir con estos parámetros, lo que permite que las semillas protegidas por el PVP sean de dominio exclusivo de estas corporaciones, dominio que se extiende a la producción, reproducción, venta, exportación, importación y almacenamiento de las variedades protegidas. La nueva ley de patentes también les permite a estos gigantes corporativos que controlan el comercio mundial de las semillas, la comercialización de semillas genéticamente modificadas, pese a la resistencia no sólo de nuestros campesinos, sino de muchas otras comunidades europeas que han desafiado a estos gigantes corporativos quemando sus cosechas para eliminar de un tajo cualquier rastro de estas semillas. Develado el ardid, nos encontramos con que el trabajo de reconstrucción del agro en Colombia se encuentra otro con otro escollo por salvar, aunado a los estrafalarios costos de los agroquímicos y los fletes, la escasa mano de obra, las obsoletas vías de comunicación, la infame intermediación y una incapacidad monumental del ministro de la cartera.

La Soberanía Alimentaria es uno de los pilares fundamentales de la autodeterminación de los pueblos y las naciones, que implica la decisión y el abastecimiento de los requerimientos de los alimentos de lapoblación a partir de la producción local y nacional, respetando la diversidad productiva y cultural. La defensa de la Soberanía Alimentaria se traduce en la capacidad de autoabastecimiento primero de la unidad familiar, luego de la localidad y por último del país, mediante el control del proceso productivo de manera autónoma. Con ello, se garantiza el acceso físico y económico a alimentos inocuos y nutritivos. ¿Será que los  TLC que acordados  en lo que concierne al capítulo agropecuario, nos garantiza nuestra preciada Soberanía Alimentaria? Qué nos lo expliquen.