Por: Jaime A. Fajardo Landaeta

Gran abismo separan las documentadas y analíticas cifras de la Corporación Arco Iris con las muy alegres y manipuladas que entrega el Ministro de Defensa, sobre un tema crucial: la seguridad de los colombianos. 

La primera, en cabeza de León Valencia, publicó un documento que analiza el conflicto armado y la política de seguridad democrática. Señala que hay unos once mil paramilitares en nuevas bandas y describe una novel generación que actúa principalmente en Antioquia y Medellín. Demuestra un desborde de esta actividad ilegal en el país y la ocurrencia de 12.286 acciones de contacto con la fuerza pública en algún sentido, pero sobre todo, de agresiones a la población civil.

El estudio plantea también el fracaso del proceso de paz con las AUC y la crisis de la política de seguridad democrática, cosas que ya muchos hemos advertido. 

Pero el Gobierno se ha puesto a la defensiva al sostener que el número de homicidios ha disminuido. El ministro de Defensa Silva Luján dice que la actual tasa de asesinatos en Colombia es la más baja en 30 años. Agrega que los colombianos no habíamos observado una situación de seguridad como la actual, por lo menos en treinta años.

Para ser objetivos en el análisis hay que decir que los éxitos obtenidos con la seguridad democrática entre los años 2002 – 2007 no se pueden comparar con los notables altibajos observados en 2008 y el quiebre de la seguridad democrática en 2009. 

Si se estudian las cifras en conjunto para los años 2002 a 2009, tal vez sean favorables al balance de la seguridad democrática, pero al hacerlo por separado, con énfasis en lo sucedido en los dos últimos años, podemos señalar sin ningún titubeo que la seguridad democrática entró en barrena, o al menos presenta fisuras que pueden echar a perder los logros iniciales. 

Pero lo más llamativo, y que el gobierno desconoce, es que las falencias de esta política están muy ligadas con el fracaso del proceso de paz con las AUC, lo que de inmediato nos llevaría a plantear esta inquietud: ¿acaso gran parte de los triunfos de los primeros cinco años no estuvieron cimentados en el papel que jugaron los paramilitares, en asocio con la Fuerza Pública, en la lucha contra el terrorismo? En las audiencias de Ley de Justicia y Paz han salido a flote, poco a poco, las versiones de jefes paramilitares que señalan que eran ellos los responsables de sacar a la guerrilla de determinadas zonas, bajo la lupa del Ejército y de muchos funcionarios gubernamentales. Pero esta fue la parte de la verdad que quedó trunca con las extradición de los jefes paras. 

Para acabar de ajustar, el Ministro de Defensa en reportaje de prensa del domingo 29 de noviembre, sostiene que el informe de la Corporación Arco Iris esconde intereses electorales y en contra de la reelección. Sólo falta que aseguren que se trata de otro montaje del terrorismo y de los enemigos de la democracia, según el manido recurso usado cuando se hacen notar las falencias de esa política. 

Reconocemos que la seguridad democrática tuvo en los primeros cinco años grandes aciertos que el señor Presidente puede presentar con toda satisfacción, pero no hay que desconocer que la oleada sangrienta que sacude a las principales ciudades, el avance del narcotráfico y las diversas acciones de la guerrilla dejan en entredicho esta política y que, si no se da un giro radical e inmediato, puede reeditarse la situación de caos generalizado que caracterizó el accionar del llamado Cartel de Medellín y las acciones sangrientas de Pablo Escobar. 

Acerca de que esto tiene un trasfondo electoral contra el Gobierno, lo que se puede decir es que éste no va a sacar los dividendos que pretendía y que todo apunta a señalar que si Uribe se presenta a una segunda reelección puede ser derrotado, precisamente en razón de los fracasos de la política bandera que le ha permitido permanecer casi ocho años en la Casa de Nariño. Paradojas de la vida: así cobra la democracia cuando es tan descarada la pretensión de manosearla en procura de intereses personalistas. 

Punto Final: Preocupa enormemente la forma en que vienen proponiéndose, los  parapoliticos, las bandas emergentes y el narcotráfico, incidir en el próximo debate electoral. Requerimos que se manifieste el rechazo popular a dichas practicas nocivas de la democracia participativa.