Por: Luis Pérez Gutiérrez

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La Infraestructura vial en Colombia tiene un atraso centenario y la movilidad es un martirio. Y qué decir de las ciudades, donde todos los sistemas viales urbanos son vetustos, lo cual es desesperanza para el ciudadano y un freno para el empleo, la economía y la competitividad.

En toda la nación, para resolver problemas de movilidad, los gobernantes, acuden a medidas represivas eternas pues ni se construye infraestructura vial adecuada ni se aplica tecnología que indique que algún día se solucionarán los problemas.

El Pico y Placa, por ejemplo, es represión y es un nuevo impuesto para la gente. El Pico y Placa no tiene fin, es eterno, no se dicta como medida temporal.

Y otro elemento que se ha vuelto eterno para la movilidad son los resaltos o policías acostados.

Los policías acostados son antipáticos para el conductor y simpáticos para los peatones. Pero siempre son enemigos de la movilidad y del medio ambiente por los esfuerzos contaminantes de los motores.

Hay que lograr un equilibrio entre las aspiraciones del peatón, la prisa del conductor, las necesidades de la movilidad y la protección del medio ambiente.

Los policías acostados son un desorden nacional. En las carreteras y en las ciudades se construyen resaltos arbitrarios, sin control, sin estudios que justifiquen su existencia, por fuera de toda normatividad, en cantidades que superan los límites tolerables, y en ocasiones para incrementar la accidentalidad.

En Santa Marta, en la vía al Puerto, en sólo 7 kilómetros hay 27 policías acostados. En Cartagena, El Tribunal Administrativo de Bolívar acaba de ordenar la demolición de 397 policías acostados que se construyeron en la ciudad, arbitrarios, sin permiso y sin normas técnicas.

En Bogotá se tuvo que legislar porque cada vecindad quería tener sus propios resaltos. Medellín vive una controversia porque en la Avenida el Poblado, vía obligada para ese barrio y de altísima circulación, se construyeron casi 20 resaltos en menos de un kilómetro, y todos con filo vertical para deteriorar llantas y vehículos.

Y así, Colombia es un país de policías acostados por todas partes, de todas las clases y tamaños.

Si los policías acostados seguirán haciendo parte del paisaje, la dirigencia y las ciudades deben evolucionar. Deben recurrir a la tecnología.

Una primera opción, son los policías acostados inteligentes inventados en México y en otros países. Veamos qué dicen.

Los policías acostados inteligentes, son dos placas de acero pegadas al asfalto en forma de triángulo y al contacto con el neumático activa un dispositivo localizado por debajo de los triángulos que miden la fuerza del impacto.

Si un vehículo impacta lentamente sobre las placas de acero indicará que se está viajando a la velocidad permitida y por lo tanto las dos placas bajarán inmediatamente por el peso del auto, permitiendo el paso sin resalto. Pero si el vehículo viaja a una velocidad superior a la permitida, las dos placas de acero permanecen desplegadas formando un resalto

La idea es simple, el policía acostado se alinea con el nivel de la calzada si el vehículo que se aproxime mantiene su velocidad por debajo del límite establecido (30 km/h es la velocidad ideal de este artefacto). Así no resalta el vehículo.

Si el vehículo que se acercando excede la velocidad reglamentaria entonces unos muelles hacen que el resalto se eleve por encima del nivel del piso, cumpliendo su papel de reductor de velocidad.

Qué importante que las universidades colombianas produzcan policías acostados inteligentes similares o en su defecto que los gobernantes importen la tecnología necesaria, para que la movilidad entre a la era, al menos, de la modernidad y la amabilidad.