Por: Francisco Galvis Ramos
Me escribieron para contarme y creo, que el pasado viernes un piquete de vigilantes del espacio público, encabezado por una dama llena de caridad y hecha terneza, procedió a expropiar al zapatero remendón de los útiles de trabajo con que atendía numerosa clientela en el sector de Patio Bonito, desde hacia cerca de treinta años, a la vez que también arriaron con cuarenta aguacates que tenía para el expendio un joven establecido de mucho tiempo atrás en la misma vecindad.
El mismo día, donde comienza la transversal intermedia, fracción de San Lucas, a lo mejor el mismo escuadrón, le decomisó al vendedor estacionario que se sitúa allí con la licencia en orden, otra buena cantidad de aguacates. Y fue al único, porque en mi recorrido por la transversal superior hacia el centro de la ciudad constaté que a nadie más sufrió el descarado oprobio. O sea que la excursión de los cancerberos tuvo blanco preciso, faltando por saber si los volvieron guacamole.
Ni se imaginará el subsecretario del Espacio Público la indignación que hay entre nosotros los vecinos de estos barrios, que de ninguna manera excusamos estos procedimientos con que arruinaron las economías elementales de estas personas humildes, pobres, indefensas, que ningún daño hacen y que contribuyen de manera significativa al bienestar y la seguridad de estas comunidades.
Está bien, y lo sé, que el espacio público está afecto al uso de todos, pero también hay que meterle mollera al asunto para ir más allá de la letra muerta de la ley y saber que, ahí donde los vendedores estacionarios y los ambulantes no estorban, ni constituyen amenaza, no hay por qué perseguirlos, ni despojarlos de las pocas pertenencias que llevan consigo para ganarse el sustento.
Lo justo sería que la alcaldía, al tiempo que propicia los operativos en contra de los venteros, les enviara con los encargados de oprimirlos los respectivos decretos de nombramiento, puesto que así si funcionaría la cosa en equidad, pero como a ciertas autoridades no les cabe en la cabeza adelantar una política social enderezada a promover a las personas más vulneradas, habrá que rogarle a la madre Teresa de Calcuta que les haga el milagrito redentor.
Como muchos otros indignados, me opongo rotundamente al tratamiento de delincuentes que en el fondo se les da a los venteros, como si hiciesen parte de uno de los doscientos combos que por ahí delinquen.
Muchos que hoy gozan de fortuna comenzaron así, con tendidos en la plaza de Cisneros o en los andenes y hoy son grandes capitalistas asentados en su gran mayoría en la Central Mayorista y en El Hueco, por poner dos ejemplos no más, y de eso nos debemos alegrar porque son la demostración visible de que el capitalismo popular funciona como medio creador de riqueza y prosperidad para la población, capitalismo popular que es bien distinto pero que no se opone al capitalismo burgués y de élite que propician la ANDI, FENALCO, las CÁMARAS DE COMERCIO y ciertas autoridades que están a su servicio armas a discreción.
Tiro al aire: el subsecretario del Espacio Público de Medellín es persona de bien y le va a tocar darle unas lecciones de sensibilidad humana y de saber distinguir a los subalternos que, no sirviendo para ministros, ni obispos, ahí están en lo que están como aves carroñeras.