Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Bastante dicientes han sido los comentarios que últimamente ha hecho el ex ministro de defensa y ex embajador en los Estados Unidos, Juan Carlos Pinzón, quien cada que tiene oportunidad hace evidente su desacuerdo con Santos en el tema relacionado con la paz.  Para empezar, hace unas semanas le dió una entrevista a María Isabel Rueda en la que manifestó que Colombia está en un estado de estancamiento y de incertidumbre preocupantes; luego dijo que los acuerdos de paz antes de satisfacer los caprichos de la guerrilla, que son 7000 personas, tenían que convenirles a 50 millones de colombianos; hace unos días por twitter dijo que son muchos y muy perversos los incentivos que tienen los criminales, en clara referencia al otorgamiento de la libertad al responsable del atentado al club El Nogal y a alias Martín Sombra, el carcelero de las Farc, de quien el general Luis Mendieta dijo que cuando estuvo en manos de este grupo, les hizo a los secuestrados más difícil el cautiverio, y días antes de renunciar a la embajada, se dice, que no quedó muy a gusto con su jefe, puesto que éste le pidió que gestionara ante las autoridades del país del norte el retiro de la lista de terroristas de los miembros de la cúpula de las Farc, a lo que al parecer, Pinzón se negó.

Ahora que los candidatos o precandidatos a la presidencia de la república se están mostrando como tales y que se están anunciando alianzas, algunas impensables hace unos meses, ha quedado claro que la U, el partido del presidente, no tiene y al parecer no tendrá candidato, sino que cuando más, será el que resulte de una alianza con el partido liberal, hecho que preocupa y además dicho partido está que se desintegra, lo que ha hecho que algunos de sus miembros sugieran su disolución, que de suceder, 11 de los 19 senadores que tiene irían a parar donde Uribe y otros más a Cambio Radical; por el lado de la Cámara de Representantes, las proporciones serían similares, lo que indica que dicha sugerencia sea desechada.

Hechos políticos de esta naturaleza lo que muestran es que la paz de Santos no convenció mucho desde un principio o lo que se le dijo a la opinión y a un grueso de las bancadas oficialistas resultó ser muy distinto a lo que los hechos están mostrando hoy día, porque no hay duda que uno fue el discurso que se le vendió al pueblo colombiano y otro muy distinto el que tenían las delegaciones en la mesa de negociaciones y que por obvias razones solo conocían ellas, y también hay que decirlo, hubo congresistas que se plegaron a la paz, aun cuando esa paz era contraria a su ideología para que no los dejara el tren del gobierno y por esa vía perder las prebendas burocráticas o no acceder a las nuevas.   Que lo que se negoció en La Habana es disímil de lo que todos pensábamos lo demuestran varios hechos:  las declaraciones de Humberto de la Calle, ex negociador del gobierno, que dijo que hacer un pacto para revisarlo después es un acto de perfidia; la sentencia de la Corte Constitucional de hace unas semanas que tumbó eso de que los proyectos para implementar los acuerdos de paz no podían ser cambiados en nada por el congreso, órgano representante del pueblo y deliberante por excelencia, sino ser aprobados tal como los presentara el ejecutivo, lo que dejó en evidencia que hubo compromisos en el sentido de que ni legislativo ni Corte Constitucional se iban a oponer a nada, sino que serían notarios de lo acordado entre gobierno y guerrilla, es decir, de la Calle y Jaramillo le dijeron a la guerrilla que todo sería aprobado sin que nadie chistara nada, como no ha sido así por eso la guerrilla dilata y dilata sus obligaciones; y lo mejor de todo, se dijo que con la Jurisdicción Especial para la Paz se investigaría y juzgaría a toda persona, militar, guerrillero o civil que, de alguna manera, hubiera ejecutado actos en relación y con ocasión del conflicto armado, la realidad muestra que de esas bondades se benefician son los guerrilleros, cada día se anuncian libertades, y a los militares presos, el gobierno, por medio del ministro de Defensa, les pone trabas para recobrar su libertad, y en cuanto a los civiles, ya veremos desfilando por la mencionada justicia a muchos inocentes, todo porque fue exigencia de la guerrilla.

No creo que haya un colombiano que no desee que la guerrilla se desarme, ingrese a la vida civil y haga política, si es lo que quiere, pero tampoco creo que esté dispuesto a tolerar tanta concesión, lo correcto, lo justo y lo moral es que llegue un nuevo gobierno, el que sea, y ponga un poco de orden a tanta desfachatez.

Razón le asiste al ex ministro Pinzón.