Johnatan Jesús Clavijo 

"La libertad de la prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad y no puede ser restringida nada más que por gobiernos despóticos". 

George Mason 

"Una cosa es la libertad de prensa y otra cosa es utilizar el carné de periodista para convertirse en publicista del terrorismo". Así habló el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, en una rueda de prensa desde Villavicencio, el pasado 03 de febrero, refiriéndose a los periodistas Hollman Morris, director del programa ‘Contravía' y a Jorge Enrique Botero, miembro del canal Telesur, quienes acompañaron la misión humanitaria de ‘Colombianos y colombianas por la paz' que les dio la libertad a tres policías y un militar que estaban en poder de las Farc.

Minutos después el Presidente recalcó: "Una cosa son aquellos amigos del terrorismo que fungen como periodistas, y otra cosa son los periodistas".

Las palabras presidenciales, además de ser alevosas, causan varias inquietudes: ¿Qué es para el Presidente Uribe un buen periodista? ¿Acaso, buen periodista es aquel que saluda con inflexiones o hace centenares de gesticulaciones mientras habla de la cosa política? ¿Es un buen periodista aquel que se rige por el Manual de Redacción publicado por la sala de Prensa de la Casa de Nariño? 

 

Ya son muchas las cosas que quedan claras con el continuo discurso del terrorismo que recalca el Presidente Uribe y que plantea un enemigo único culpable de todo. No es nada nuevo que aquel que no promulgue la doctrina de la Seguridad Democrática y defienda las políticas del doctor Uribe, es amigo del terrorismo. Ahora, los culpables de los platos rotos son los periodistas que no gustan de las políticas del gobierno y no se dejan regir por sus dictámenes. Pero, el periodismo no está para convertirse en portavoz de los gobiernos de turno. 

 

Parece que el gobierno ya se acostumbró a que los grandes medios sean empresas meramente publicitarias de las ‘bondades' hechas por el actual Presidente durante sus casi siete largos años en el cargo. El Doctor Uribe se acostumbró a tal punto, que no soporta escuchar las voces divergentes y que, como ecos fugaces en el viento, resultan casi inaudibles entre todo el ruido que rodea el diario acontecer nacional. 

 

El verdadero periodismo es la luz que cae sobre las tinieblas del poder y las revela. Como bien diría el periodista español, Francisco Umbral, "El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto". No es posible un buen periodismo desde la homogenización del pensamiento con la que tanto sueña este gobierno. 

 

Cabe recordar que si no hubiese sido por el accionar periodístico de Jorge Enrique Botero durante la misión de rescate de los tres policías y el soldado retenidos por las Farc, la población colombiana no se hubiera enterado del sobrevuelo de aviones de las Fuerzas Militares cerca de la zona de encuentro de la comisión humanitaria y la guerrilla. Y, además, sin el trabajo periodístico de Hollman Morris desde todos los rincones de Colombia, muchas de las realidades nacionales pasarían desapercibidas ante los ojos del país. Sin embargo, desde la cúpula gobiernista se les tilda de terroristas y afines a los guerrilleros, ¡Vaya sorpresa!  

 

Idiota, es aquel que a pesar de poseer sus derechos civiles no se ocupa de la política e ignora los asuntos públicos. Fernando Savater, define esta palabra así: "Idiota: Del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás". El buen periodista no es un idiota útil. Un verdadero periodista no quiere ser un funcionario oficial más.  

 

Las palabras que usó el Presidente Uribe en su discurso, y varios de los miembros de su gabinete en declaraciones a la prensa, son desproporcionadas y responden únicamente a razones de tipo político, porque Jorge Enrique Botero y Hollman Morris no son afines a sus políticas ni pregoneadores de sus logros, sino que, por el contrario, se encargan de mostrar los muchos lunares de este gobierno y que se intentan cubrir con dos palabras: "Seguridad Democrática". 

 

Es menester que el periodismo colombiano despierte de su aletargamiento y pase de ser el guardián del gobierno, al defensor de su ejercicio.