San Francisco de Sales. Foto: https://es.gaudiumpress.org

El 24 de enero es el día de la festividad de Francisco de Sales, proclamado Santo en 1665 por Alejandro VII y declarado patrono de los periodistas y escritores en 1923 por la Iglesia Católica.

Francisco de Sales es conocido como el Santo de la Amabilidad, pese a su temperamento fuerte. Sin embargo, sus escritos, muchos de los cuales consignaba en hojas sueltas que iba dejando por donde pasaba, reflejan la dulzura que, paradójicamente, terminó siendo su carácter distintivo.

Hoy, día del patrono de nosotros los periodistas, nuevamente se me vienen a la cabeza Francisco “el Papa”, Javier Darío Restrepo “el papá de la ética periodística” y Rysard Capuscinski, para quien el periodista tiene que ser primero buena gente.

El Papa Francisco ha sido insistente en el sentido humanista de los periodistas, pidiendo que como periodistas pongamos a las personas en el centro de nuestra atención, “con la intención de dar vuestra aportación para que sus vidas sean y sigan siendo dignas de ser vividas”. Para ello, el Papa ha pedido a los periodistas que “garanticen que haya hechos en lugar de fake news, objetividad en lugar de habladurías, afán de precisión en lugar de títulos aproximados”.

Más recientemente, el Papa Francisco ha pedido a los medios de comunicación “que terminen con la lógica de la postverdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio; y que busquen contribuir a la fraternidad humana”.

Se había referido el Papa en una entrevista en 2018 con el periodista español, Jordi Évole, a “la coprofilia”, que consiste en “el amor a la cosa sucia”, a los escándalos.

El Sumo Pontífice viene llamando la atención sobre la urgencia de un periodismo responsable que piense permanentemente en el otro, en el ser humano, en su dignidad, visto con generosidad, compasión, sentimientos de humildad y desinterés, desprovistos de una actitud soberbia de “jueces” implacables.

Javier Darío Restrepo hablaba de los valores como “cualidades reales, pero intangibles, que le imprimen a la vida y a la profesión un carácter más digno y humano”. Por intangibles, Javier Darío mencionaba cuatro filtros o fórmulas para resolver dilemas éticos para evitar el daño al otro que producen la ligereza y la falta de prudencia: “buscar la mayor utilidad, aplicar principios universales, no hacer a otros lo que no queremos para nosotros y ponerse en el lugar del otro”.

La profesión del periodista está ligada con la existencia del otro. Los valores y normas de la ética giran alrededor del otro. Él es el centro de la ética”, decía Javier Darío Restrepo en “El Zumbido y el Moscardón”.

Rysard Kapuscinski se refería a ese gran ser humano que debe ser el periodista:

Creo que, para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina ´empatía´. Mediante la ´empatía´, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”, aseveraba Kapuscinski, en “Los cínicos no sirven para este oficio”.

Hoy, día de Francisco de Sales, patrono de los periodistas, el “Santo de la amabilidad”, nos invita a esforzarnos a introyectar las reflexiones del Papa Francisco, Javier Darío Restrepo y Rysard Kapuscinski.

Hoy es otro buen día para pensar en que el humanismo debe ser una condición sine qua non del periodista: darle al periodismo un valor más humano, más tolerante, más equilibrado, que informe de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia.