Por una política digna

Por: Jaime A. Fajardo Landaeta

Las opiniones expresadas en esta columna, son responsabilidad de su autor

Estamos en vísperas de una jornada electoral que tendrá grandes implicaciones en el devenir democrático del país. Tal vez, como nunca antes, la campaña estuvo atravesada por delitos cometidos con desparpajo, como la compra de votos, las prácticas corruptas, el uso de dineros del narcotráfico, la corrupción administrativa y el accionar de grupos ilegales. De igual manera se puede señalar la intervención abierta de administraciones municipales y departamentales, como en el caso de Antioquia denunciado esta semana.

 


Ahora bien, la cultura ciudadana en torno al papel del voto y a la capacidad de decisión que ostenta el pueblo sigue siendo un asunto atravesado por comportamientos que riñen con los postulados constitucionales y legales. Todavía en gran parte del territorio las comunidades y muchos líderes ven en el proceso electoral una oportunidad para escapar momentáneamente de las dificultades económicas y sociales y por ende se facilitan las cosas para que ciertos politiqueros corruptos hagan de las suyas.

Pero algo bueno está sucediendo y es que a pesar de los millonarios recursos económicos gastados a manos llenas por algunas campañas, a pesar de la ya empalagosa –por abundante- publicidad, a pesar del copamiento de los espacios públicos y en fin, a pesar de otras trapisondas, recientes hallazgos de las firmas encuestadoras señalan que más del 40% de los colombianos dispuestos a votar este domingo todavía no han escogido sus candidatos y que en Antioquia el porcentaje es del 85%.

En consecuencia, la mayoría del electorado se está tomando su tiempo para decidirse. Y decimos que eso es bueno porque como nunca el voto de opinión y no el voto amarrado puede decidir la suerte del próximo Congreso de la República. En cierta medida se trata de una muestra de rechazo a las prácticas oscuras que atentan contra el querer democrático de los colombianos.

Falta ver si el constituyente primario logra hacer efectiva su voz de rechazo eligiendo unos buenos candidatos y concretando un voto de censura contra aquellos vinculados a diversas expresiones del delito y la corrupción que están operando a lo largo y ancho del territorio nacional y del proceso electoral en marcha.

Qué bueno sería para la democracia que en esta oportunidad tome cuerpo el anhelo de renovación y cambio que requiere el órgano legislativo. Qué importante sería que no salgan elegidos o al menos se disminuya la presencia de quienes creyeron que con acciones mañosas podrían dominar la conciencia colectiva de los colombianos en las urnas.

La Misión de Observación Electoral que trabaja de la mano con Naciones Unidas ya ha advertido sobre el riesgo que se cierne sobre más de 400 municipios. Con dedo acusador ha señalado a muchos candidatos y a algunos partidos de estar comprometidos con estas conductas despreciables. Es hora de que los electores reaccionemos y le demos una gran lección a quienes menoscaban la esencia de la democracia.

Por esas razones este domingo es preciso salir a votar, comprometiéndonos con aquellos líderes que enarbolan alternativas de cambio y solución a los agobiantes problemas nacionales. Hay que hacerlo sin atender a presión alguna, para rechazar a los corruptos y a las mafias del narcotráfico y la para-política. Es la oportunidad para tratar de recuperar la dignidad de la política y de lograr un cambio en el órgano legislativo. En todo caso hay que cerrarles el paso a todos estos señores que han hecho del debate electoral un proceso de servicio al crimen organizado.

 

Preocupa eso sí que el Gobierno Nacional ni siquiera se pronuncie acerca de los hechos denunciados y que a los organismos de control apenas si se les ocurra “tomar atenta nota”. Aunque es claro que muchos de los involucrados hacen parte de los cuadros uribistas.

Nos alegra enormente que Partidos Políticos, como el Liberal, estén en la lista de los predilectos por los electores y sobre todo que quienes creían que el Partido desaparecería hoy se vean ante una realidad totalmente distinta: El Partido Liberal ocupa las primeras casillas en posibilidades de obtener las mayores votaciones del país. Que bueno es eso para la democracia.