Si en elecciones hay polarización, la gente no va a votar por la esperanza; va a depositar odios en las urnas. La extrema derecha y la extrema izquierda alimentan el odio y el miedo para ganar elecciones. El odio paraliza todo: las ideas, la imaginación, la argumentación, hasta la vida. Por eso, el odio impide el cambio y siempre nos tira para atrás hacia estados primitivos. Odiar no es resistir; es reversar. El odio es una demencia que no tolera la diferencia.