Por: Rubén Darío Barrientos
Nos situamos en junio de 2012. El versátil periodista Édgar Artunduaga entrevistaba, in illo tempore, a Germán Efromovich, el mismísimo magnate de Avianca, nacido en La Paz (Bolivia), naturalizado brasileño, con nacionalidad colombiana de ñapa y de origen judío-polaco. Refiriéndose a los gestores de “Viva Colombia” dijo sin tapujos: “son unos suicidas, unos kamizakes”. Y en su diatriba, agregó: “No van a aguantar, no existen milagros. Modelos de bajo costo no funcionan en Latinoamérica. No es ese el modelo y la gente no es bruta”.
Pues bien. Nos ubicamos en octubre de 2013. ¿Palabras necias de Efromovich? ¿Declaraciones sin juicio? ¿Expresiones llenas de envidia? ¿Descache bárbaro? Todo cabe. Debo advertir que nunca he montado en esa aerolínea de bajo costo, que inició operaciones el 25 de mayo de 2012, pero le he seguido sus pasos. Cinco años de negociaciones previas, “cocinaron” una idea feliz. Juan Emilio Posada (expresidente de Aces), William Shaw (exdirector general de British Airways), Fred Jacobsen (expresidente de Tampa Cargo) y Gabriel Migowski (consultor de Bain), fueron los artífices accionarios de esa aventura loca por romper las hegemonías aeronáuticas, que hoy le tapa la boca a Efromovich.
“Viva Colombia”, que paga US$200.000 mensuales por el arriendo de cada nave, saca pecho con un equipo de empleados que no pasa de 100 personas. La meta de la empresa es llegar a 40 aeronaves y se busca penetrar –en el corto plazo– los mercados de México, Panamá y Perú. Hace dos meses, estrenó presidente: Barry L. Biffle, un exdirectivo de U.S. Airways y American Airlines, que busca consagrarse con sus ideas y que se topa con una formidable noticia: el 92% de los pasajeros de “Viva Colombia” volverían a viajar por la aerolínea.
El mercado nacional es harto competido. La empresa ostenta hoy el 8% de la torta participativa, habida cuenta de que ha movilizado casi dos millones de pasajeros. Sus secretos revelados, son: flota unificada, reducción de gastos, cobro de servicios adicionales, escaso personal multiplicado en atenciones, compras por internet y 95% de puntualidad. Las operaciones aéreas tienen prevalencia de usuarios nuevos (que nunca habían imaginado treparse a un avión o que no tenían opciones económicas para hacerlo) y mordida al ponqué de las aerolíneas dominantes.
Bienvenida la guerra de tarifas. Benditos sean los precios bajos. Loor a que la gente sin recursos, pueda montar en un vuelo comercial. Me parece que este empuje debe ser preocupante para las empresas de transporte terrestre, en rutas análogas. El secreto de estas últimas, es llegar donde no aterriza esta aerolínea de bajo costo. Parece mentira que existan aviones que suplan los tramos interdepartamentales y los arrinconen en precio y en tiempo. Buenas naves, destinos claves y cero accidentes, han disparado las acciones.
He buscado por mar y tierra los balances de la Asamblea de Accionistas de marzo de “Viva Colombia” y no los he podido desenterrar. Quiero examinar sus resultados, su utilidad o pérdida, sus números… Si están en negro las cifras, me causaría pasmo saberlo en estos términos: a esos precios y dando utilidad, cuesta creerlo. Si es así, no hay suicidas ni kamizakes. Quedaría el remordimiento de que aquí se cobraban tarifas a precios usureros. Las cifras bajas, alertaron a las otras aerolíneas y ya se consiguen ofertas de locura. Montar en avión, hogaño, no es de la élite. Es de quien lo necesita. Y “Viva Colombia”, con asiento domiciliario paisa, ha dado el golpe de opinión.