Por: Nicolás Albeiro Echeverry Alvarán
Los propósitos de Rio+20 -uno de los eventos más importantes en materia ambiental que se llevó a cabo en Bogotá en agosto pasado, para discutir temas de ciudades, transporte y turismo sostenibles- tienen que comprometernos aún más con el desarrollo urbano y el medio ambiente sano, temas inherentes a los Derechos de Solidaridad o de los Pueblos que en nuestra Constitución Política están consagrados como “derechos colectivos y del medio ambiente”.
El principal propósito de estas reflexiones es asegurar la calidad de vida de las generaciones futuras, lo cual será posible con la creación de políticas públicas que sean referentes para las ciudades del mundo que buscan un desarrollo sostenible mediante el uso eficiente de recursos (energía, agua, residuos, hábitat, vivienda sostenible, edificios amigables con el medio ambiente), transporte y movilidad sostenible (ordenación del territorio, sistemas de transporte, infraestructura, acceso) y turismo sostenible (servicios hoteleros, competitividad, gestión de residuos sólidos, patrimonio cultural, imagen de ciudad).
Ese pacto mundial que representa Rio+20 es un compromiso que está claramente definido en nuestra Carta Política, la cual ordena garantizar el desarrollo sostenible, la conservación, restauración o sustitución de los recursos naturales, y la prevención y control de factores de deterioro ambiental.
En este contexto de pensar el desarrollo sostenible global es que cobra crucial importancia nuestra autoridad ambiental metropolitana de Medellín y los otros nueve municipios del Valle de Aburrá, porque mediante sus acciones efectivas hace realidad el propósito de garantizar la calidad de vida de sus cerca de 4 millones de habitantes.
Comprometida es la labor que realiza el Área Metropolitana del Valle de Aburrá –AMVA-, que además de su obvia inserción en la preocupación mundial por el desarrollo sostenible, ha logrado coordinar los planes de Desarrollo Nacional, del Departamento y de cada uno de los municipios que están asentados en el Valle de Aburrá, para hacer posible la articulación armónica de las demandas de desarrollo locales y actuar de manera estratégica en el cumplimiento de los objetivos individuales y generales, ambientales, de crecimiento y desarrollo.
Bien agradecidos viven los alcaldes metropolitanos con el AMVA, en cabeza de Carlos Mario Montoya Serna, porque ha sido posible trascender las pugnas que antes existían entre ellos, las autoridades ambientales y el respectivo Director del Área. Montoya Serna ha logrado que los alcaldes no se preocupen por quién ejecuta los proyectos sino por cuáles deben ser los megaproyectos que habrán de ejecutarse para beneficio de cada localidad y del área metropolitana en su conjunto.
El actual Director ha hecho realidad la superación de las dificultades político administrativas y económicas, con la consolidación de hechos metropolitanos que han llevado a los alcaldes a acuerdos que les permita tener un desarrollo sostenible integral de la región. El manejo que Carlos Mario Montoya le ha dado al AMVA, ha permitido que la entidad tenga hoy mayor legitimidad ante las autoridades locales y la comunidad del Valle de Aburrá.
La importante labor desempeñada por Montoya Serna ha logrado que ninguna de las autoridades locales piense de manera individual, sino en relación con la conurbación y lo que ella representa para el desarrollo metropolitano. No interesa si el Municipio de Medellín aporta mayor porcentaje al presupuesto del AMVA, porque por delante de las decisiones está el principio de equidad regional y la solución a los problemas metropolitanos de manera integral. Eso hay que reconocerlo en la Administración de Carlos Mario Montoya Serna.
En los municipios metropolitanos ha sido posible cristalizar los llamados Derechos de Solidaridad o de los Pueblos que son el espíritu de reflexiones globales como las de Rio+20 y que con el liderazgo y las acciones del AMVA se visualizan en el derecho a un medio ambiente sano. El Área Metropolitana del Valle de Aburrá trabaja directamente con todos los municipios y sectores productivos y de transporte de esta subregión antioqueña para que desarrollen su labor sin afectar negativamente el ambiente.
Entre los proyectos y programas hay que reconocer la separación de los residuos sólidos en la fuente y su entrega directa al recuperador, lo cual el Área hace posible a través de capacitación constante a los generadores de diferentes tipos de residuos.
También trabaja en la reducción de la contaminación del aire que respiramos, la cual proviene de los miles de vehículos que recorren nuestras vías, bastante saturadas, y de las industrias asentadas en nuestra jurisdicción, a las que hay que agradecerles porque generan empleo, pero también deben ser monitoreadas y controladas, buscando que sean responsables social y ambientalmente.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá es defensor de la biodiversidad que todavía existe, sorprende y enamora en nuestras áreas urbanas y rurales. Por eso trabaja constantemente por su conservación implementando planes, proyectos y acciones a través de los cuales aporta al mejoramiento de las zonas verdes urbanas, los ecosistemas estratégicos y otras áreas de importancia ambiental.
Nuestra Fauna y nuestra Flora son preocupación permanente del AMVA, por lo cual busca incrementar las zonas verdes de la Subregión, protegiendo y manteniendo la vegetación existente. Igualmente, esta Autoridad ambiental metropolitana rescata, rehabilita y libera miles de animales de fauna silvestre haciendo posible reducir la tenencia de fauna silvestre y persuadir a los infractores de sacarla de su hábitat para comercializarla.
Ante los riesgos de deslizamientos e inundaciones que nuestra topografía y la ocupación desordenada de parte del territorio del Valle de Aburrá generan, el AMVA adelanta una estrategia de atención y prevención de desastres que incluye la limpieza de fuentes hídricas, adecuaciones físicas de quebradas y monitoreo del clima con instrumentos de alta tecnología.
El anuncio del Fenómeno del Niño ha puesto en alerta al País entero, especialmente en torno a la urgencia de ahorrar el consumo de agua y evitar su desperdicio. Pues el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha entendido que el buen uso y cuidado de este recurso vital para el ser humano y todos los seres vivos no debe ser preocupación de coyunturas como la amenaza climática actual, razón por la cual hace constante monitoreo de la cantidad y la calidad del agua de las fuentes hídricas.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha logrado cumplir con creces como autoridad ambiental y como autoridad administrativa de los municipios conurbados en esta central subregión antioqueña. En ello ha sido fundamental la dirección de Carlos Mario Montoya Serna, cuya exitosa gestión ha trascendido hasta la Presidencia de la Asociación de Áreas Metropolitanas del País, dignidad en la cual fue reelegido por los directores de las Áreas Metropolitanas de Barranquilla, Valledupar, Pereira, Cúcuta y Bucaramanga, como reconocimiento a su liderazgo.
El desempeño relevante de Carlos Mario Montoya Serna en los temas de medio ambiente, educación, transporte y seguridad es resultado de su vocación de servicio que le ha permitido ocupar importantes cargos públicos en el Departamento: antes de su designación unánime como Director del Área Metropolitana, fue Diputado de la Asamblea Departamental de Antioquia, Corporación en la que fue Presidente; Secretario de Salud de Antioquia; Director del Departamento Administrativo de Prevención, Atención y Recuperación de Desastres –DAPARD-; Coordinador del Comité Departamental de Atención Integral a la Población Desplazada, labor que le mereció el reconocimiento de la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados); Gobernador Encargado de los antioqueños en la Administración de Aníbal Gaviria Correa; miembro de las juntas directivas de BENEDAN, Teatro Pablo Tobón Uribe, Hospital Mental de Antioquia y Hospital La María.
La labor de Carlos Mario Montoya, ahora al frente del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha logrado insertar a Medellín, Itagüí, Envigado, Bello, Girardota, La Estrella, Sabaneta, Copacabana, Barbosa y Caldas en el contexto del desarrollo sostenible global, garantizando la calidad de vida de sus cerca de 4 millones de habitantes y la de sus generaciones futuras.