Por: Mauricio Zuluaga Ruiz

Normalmente un baile es entre dos, salvo excepciones como un baile artístico en patines sobre hielo o los bailes de las generaciones modernas en las que todos bailan con todos, todos se miran con todos, pero nadie baila con alguien específico. Eso le pasa a Colombia hoy día, estamos como la Cenicienta; fea, pobre y nadie quiere bailar con nosotros, ni siquiera el Príncipe recién coronado de Obama.

 

Tradicionalmente, Colombia ha sido un país fuerte en diferentes aspectos dentro del contexto latinoamericano; estabilidad política y democrática versus dictaduras como las del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay); estabilidad monetaria versus hiperinflaciones y consiguientes cambios de moneda, casi todos los países de nuestra región sufrieron este mal y recurrían al cambio de moneda, en Colombia no; estabilidad económica y crediticia versus el no pago de las obligaciones financieras a entidades internacionales como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) (Argentina, Brasil); estabilidad parlamentaria versus golpes de Estado, autogolpes de Estado, derrocamientos, que siguen siendo comunes en pleno Siglo XXI como en Honduras, etc., etc.

 

No obstante lo anterior, Colombia hoy día está enfrentando varias crisis simultáneas a nivel internacional que hacen pensar si en efecto nuestro país es quien está haciendo mal las cosas o si por el contrario, son nuestros países vecinos, particularmente Venezuela y Ecuador, quienes se han convertido en lo que denominan los economistas y abogados en externalidades negativas para nuestro país. Las externalidades negativas son los efectos de vecindad causados que deben compensarse a quien afecte negativamente cuando los jueces y las autoridades así lo dispongan.

 

Cuando Ecuador rompe relaciones diplomáticas con Colombia debido al bombardeo en Angostura (Ecuador) que efectuó nuestro ejército para dar de baja a alias “Raúl Reyes” en marzo 1 de 2008, o cuando de los computadores de alias “Reyes” se comienza a extractar información clasificada de las FARC sobre los apoyos recibidos del General Hugo Chávez, o cuando se descubre arsenal armamentístico, misiles tierra-aire en poder de las FARC y se descubre que este armamento era de las Fuerzas Militares del Gobierno Venezolano o finalmente cuando de nuevo Venezuela muestra su poderío económico fruto de los petrodólares y compra armas y provisiones a Rusia e Irán, todas las anteriores situaciones, para no mencionar más, son externalidades negativas para nuestro país.

 

Ahora bien, sabiendo esto, comprobando lo anteriormente señalado, ¿por qué Colombia sigue siendo la Cenicienta de la Región? ¿Por qué los Presidentes de Ecuador y Venezuela siguen campantes lanzando dardos a Colombia, cerrando las fronteras comerciales, afectando negativamente el intercambio comercial de los países, involucrando a quien nadie tiene que ver con los asuntos políticos y nadie dice nada? ¿Será que esto le pasa a nuestro país porque el Presidente Uribe se dedicó en siete años de Gobierno que cumplió anteayer a hacer cientos de Consejos Comunales, a gobernar en las provincias y regiones, en los territorios que igual tienen a sus mandatarios pero que no se confía en ellos y por eso hay que hacerles la tarea y muy por el contrario nunca vio la necesidad de contar con una política exterior fuerte?

 

Los cancilleres del Gobierno Uribe en realidad han tenido poco que hacer, salvo recibir hojas de vida de congresistas, ex funcionarios, familiares, amigos, etc., para nombrarlos en representaciones diplomáticas en el exterior. Carolina Barco, María Consuelo Araujo, Fernando Araujo, Jaime Bermúdez, todos Cancilleres de Colombia en estos siete años del Gobierno Uribe I y II y ninguno, salvo Barco, ha logrado sortear las relaciones diplomáticas del país con la altura y tesón que los temas internacionales ameritan y requieren.

 

En repetidas ocasiones se ha dicho que Colombia no necesita de Canciller, pues en el mismo Presidente Uribe lo tiene y cuando no es él, entonces el Vicepresidente Santos hace de las suyas y funge de Canciller ipso facto, o el hoy precandidato y recién salido Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, quien también daba declaraciones internacionales abrogándose funciones eminentemente y propias del cargo de Canciller, o en fin, las declaraciones de José Obdulio Gaviria cuando se sentaba en Palacio y también opinaba de las relaciones exteriores o Fabio Echeverry, entre otros “internacionalistas”.

 

Durante la última semana el Presidente Uribe se vio abocado a realizar una gira muda sin precedentes ante siete Presidentes de igual número de países suramericanos; Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, buscando ante todo respaldo para su política antiterrorista y justificando la utilización de siete bases militares por parte de las fuerzas militares de Estados Unidos, tema éste que será discutido en el marco de la reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) el lunes 10 de agosto en Quito, Ecuador.

 

Podríamos decir que la gira no sólo fue muda, sino que nos dejó en tablas, pues aunque afortunadamente ningún Presidente desatendió la inesperada y poco protocolaria visita de Uribe a sus naciones, fueron más los Presidentes que se mostraron inquietos con el uso de las bases colombianas por parte de militares estadounidenses que los que respaldaron dicha iniciativa. De corolario a lo anterior, el Presidente de EEUU Barack Obama tampoco entra a apoyar a su aliado incondicional en Suramérica y sólo se pronunció escuetamente al asunto diciendo que EEUU no tiene la intención de construir bases militares en Colombia y que por el contrario sólo se trata de mejorar los lazos de cooperación que se han tenido por años con Colombia.

 

Para terminar, el pasado 7 de agosto el Ministro Valencia Cossio hizo publicar el siguiente comunicado de prensa en la página de la Presidencia de la República: “La Constitución Nacional es expresa: las relaciones exteriores son de exclusiva competencia del señor Presidente de la República y el Canciller y, por tanto, ningún funcionario de nivel nacional, departamental, municipal o local podrá adelantar gestión que viole este precepto constitucional”. Quizá en Palacio se estén dando cuenta al fin, siete años después, que la política exterior colombiana requiere una completa reingeniería interna para poder salir de estos apuros internacionales. Lo anterior, para no hablar por ahora de las acucias que viven nuestros compatriotas en los departamentos fronterizos y que será asunto de otro análisis.