Por: Augusto Posada

Desde las elecciones locales del año 2003 había hecho carrera una afirmación en la que algunos pretendían decir que la figura del presidente Uribe no tiene capacidad de persuadir a los votantes para acompañar en las urnas una propuesta que respete su obra de gobierno y que permita establecer en las regiones una línea de trabajo similar a la suya, que tan buenos frutos le ha dado a Colombia. Esa afirmación parece haberse caído completamente desde las elecciones de la primera vuelta, cuando los colombianos en una aplastante mayoría apostamos por la continuidad de las políticas públicas que trazó el primer mandatario y con una ventaja de más de 25 puntos, preferimos a Juan Manuel Santos, que representa al uribismo y no a las ideas vagas o a los opositores que pretendían desmontar lo conseguido.

 

El uribismo entonces, quedó confirmado el domingo 31, no como una línea política personalista, sino como una doctrina que permanece en el tiempo y tiene las mayorías en Colombia, independientemente de quién ondee sus banderas. Nuestro país ha reconocido en el presidente un incansable dirigente que ha sabido llevarnos a buen puerto y al acoger a Santos como el virtual mandatario, se ha expresado en el sentido de mantener la misma senda.

Los colombianos sabemos lo que necesitamos y nos empeñamos en no dejar acabar el trabajo que con tanto esfuerzo se ha conseguido.