Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Hablar de Venezuela ya da tedio, pero eso no significa que seamos indiferentes e indolentes con lo que le pasa allí a millones de personas, muchas de ellas huyen a los países vecinos, siendo Colombia el mayor receptor de la diáspora venezolana, sino porque cada que se ofrece el tema, que es todos los días, necesariamente hay que hablar del causante de todos los males que padece el país: Nicolás Maduro y los secuaces que lo acompañan. ¡Cuánto dieran los venezolanos y muchos colombianos para que les quitaran esa pesadilla! Todo lo que hace la dictadura viola cuanta norma existe sobre el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos. En la campaña previa a las elecciones del pasado 20 de mayo, el presidente-candidato contó con el apoyo de sectores afines a su proyecto político, pero también con el de una persona que se ha declarado admirador de Chávez, de Maduro y de la revolución: Diego Armando Maradona.
Hace unos pocos años leí una entrevista que dió el exfutbolista argentino y en ella hizo saber de las carencias que su familia y él mismo sufrieron cuando pequeño y sin ser muy claro en cuanto a que de algún modo en ello, directa o indirectamente, tuviera algo que ver la clase dirigente tradicional de su país, sí fue expresa su animadversión hacia esa dirigencia y por lo que hemos visto a lo largo de los últimos años esa rabia no es la que siente por otra clase política dirigente, hay que recordar que cuando se supo que era (no sabemos si todavía) adicto a la cocaína, escogió a Cuba como el lugar donde fue supuestamente a recuperarse, elección que no fue gratuita, ya que por esa misma época hizo pública su admiración a Fidel Castro y a la Revolución Cubana; luego, en vida de Hugo Chávez, también lo visitó y le expresó su admiración a él y al modelo que estaba implementando en Venezuela, ahora lo hace con Nicolás Maduro, hasta el punto que lo estuvo acompañando en un acto de cierre de campaña y justo a su lado ondeando una bandera de Venezuela, cual natural del país, orgulloso, agradecido y patriota hasta los tuétanos por tan descomunal y ejemplar presidente y modelo de estado. Que Maradona ha sido y es irreverente, no hay duda, que se siente atraído por lo no convencional y fuera de lo normal en términos políticos, ya lo sabemos, y eso explica su admiración y apoyo a un genocida como el sátrapa venezolano.
Y no es solo Maradona el que piensa de esta manera, el actor Sean Penn también cabe en este grupo de admiradores a lo no convencional, que muchas veces se torna en ilegal. Su amistad con Hugo Chávez también era conocida, lo mismo que la admiración a los también dictadores y hermanos Fidel y Raúl Castro; también dió de qué hablar cuando con Kate del Castillo entrevistó en México al Chapo Guzmán, tanta fue su fascinación por el narcotraficante que salió a decir que en este país había dos presidentes: uno, el de verdad, elegido en las urnas, Enrique Peña Nieto y el otro, el Chapo Guzmán.
No es fácil entender que personalidades de este calibre, que han sido modelos a seguir en sus profesiones, piensen y actúen de esta manera y decidan hacer público su apoyo a gobernantes y personas que le han hecho tanto mal a sus pueblos.
Quiero creer que los seguidores y admiradores de Maradona siguen descrestados por la manera cómo jugó al fútbol y lo que representa en la historia de este deporte, dentro de la cancha sin duda, un modelo a seguir por cualquier futbolista; pero ya por fuera de ella, imitarlo en su forma de pensar no es lo más recomendable, naturalmente que la libertad de expresión y de pensamiento deben ser derechos en cualquier lugar, pero cuando estos derechos se traducen en apoyo a genocidas de la talla de Maduro, responsable de tantos crímenes en Venezuela, hasta al futbolista se deja admirar.