Por: Nicolás Albeiro Echeverri Alvarán

Desde el 1 de julio de 2010, ECOPETROL les entregó a Medellín y al Valle de Aburrá, Diesel con 50 partes por millón de azufre. El que se venía consumiendo, contenía 4.500 partes por millón. Ahora Medellín es la segunda ciudad de Colombia con un combustible de bajo contenido de azufre, después de Bogotá, cuya cantidad de partículas por millón de azufre, también es de 50. Y es la cuarta ciudad en Latinoamérica con menor contenido de azufre en el Diesel, después de Santiago de Chile, con 30 partes por millón, y de Ciudad de México, que los aventaja a todos con 15 partes por millón.

Me parece que éste es un hecho histórico en la búsqueda que desde hace varios años venimos haciendo de un mejor ambiente para los habitantes de Medellín y del Valle de Aburrá. Por tanto, debo reconocerle a ECOPETROL que nos haya cumplido en la exigencia que le habíamos hecho desde hace más de un año. No podemos ocultar que históricamente el Gobierno Nacional y el Ministerio del Medio Ambiente, han burlado irresponsablemente las normas ambientales. Por eso habíamos llamado la atención de la Empresa Colombiana de Petróleos para que cumpliera con el compromiso de entregarle a Medellín un combustible limpio, lo cual se pactó en una promesa firmada hace aproximadamente un año.

 

Debo confesar, además, que fui un duro crítico de ECOPETROL porque no entendía cómo una empresa con billonarias utilidades, aseguraba no tener recursos para cumplir las exigencias ambientales de Medellín. Lamenté profundamente su justificación, porque la Empresa era consciente, por un lado, de haber violado la normatividad ambiental y, de otro, de expender un combustible que a la postre se ha convertido en agente generador de enfermedades respiratorias.

Hace 20 años, cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo estableció el Día Mundial de la Población, había un poco más de 5 mil millones de habitantes sobre la tierra. Actualmente la población supera los 6.800 millones de habitantes y, paradójicamente, la calidad del entorno ambiental es cada vez más precaria, porque hay menos conciencia individual, institucional y estatal. El resultado es el incremento de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades respiratorias.

En Colombia han muerto más de seis mil personas por enfermedades respiratorias, y entre 2005 y 2008, particularmente en Medellín, murieron 521 personas.

Según estudios ambientales, aproximadamente el 70% de la contaminación de Medellín proviene del parque automotor, especialmente el que utiliza Diesel como combustible. La mortalidad general por enfermedades cardiorrespiratorias, por enfermedades respiratorias crónicas y por cáncer de pulmón es mayor en Medellín y los municipios del Área Metropolitana, que en los municipios del Oriente antioqueño, y mucho mayor en comparación con Bogotá y con la mortalidad consolidada de todo el país.

Por eso hay que calificar como muy importante el cumplimiento de ECOPETROL. Se constituye en un buen paso hacia la solución de los problemas de morbi – mortalidad como consecuencia de un ambiente insano. Por eso comparto con las directivas de ECOPETROL el llamado de atención a los propietarios y conductores, para que coadyuven a mejorar cada vez más la calidad del aire, haciendo el oportuno mantenimiento técnico mecánico de sus vehículos. Pero, especialmente, le pido a la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín y al Área Metropolitana del Valle de Aburrá que no bajen la guardia en el control constante mediante revisión a los dispensadores de combustible, exigencia a los vehículos del certificado de emisión de gases, y monitoreo permanente del aire de la ciudad metropolitana.

Llamo, igualmente, la atención de la Administración de Medellín para que nos brinde a los concejales la suficiente información que nos permita la formulación de políticas para la prevención y el control de la contaminación en Medellín, que es la segunda ciudad del país más contaminada, y en la que los vehículos son la principal fuente de contaminación. Un dato curioso que confirma mi afirmación, es que los lugares de mayor contaminación ambiental, son los de mayor accidentalidad.

Le recuerdo, especialmente, al Municipio de Medellín sus compromisos con campañas interinstitucionales para control de emisión con fuentes móviles, restringir el transporte público con Diesel y emisiones visibles, adelantar investigaciones epidemiológicas para diagnosticar la asociación de enfermedades con la calidad del aire y la valoración económica de los impactos ambientales en la salud de la población.

Espero, además, que el Sistema de Transporte Metroplús entre en funcionamiento lo más pronto posible, porque no basta con un buen combustible si no hay condiciones de movilidad.

Metroplús permitirá la fluidez vehicular, lo que evitará la concentración de monóxido de carbono. En consecuencia, con las medidas que deben acompañar la buena noticia de un Diesel más limpio de azufre, le pido a las administraciones del Valle de Aburrá que piensen en reducir el exagerado número de semáforos y resaltos, para facilitar mayor fluidez en las vías y disminuir la concentración de gases.

También creo en la importancia de que, paralelo a la chatarrización de los vehículos de servicio público, avancemos en la chatarrización de vehículos particulares, para renovar integralmente nuestro parque automotor. Pero es justo que el Estado entre también a mitigar el impacto económico de los dueños de esos vehículos particulares sacados de circulación, porque es su compromiso constitucional hacer todos los esfuerzos por satisfacer el derecho nacional a un ambiente sano.

Mucha satisfacción me deja que ahora en Medellín se consuma Diesel con 50 partes por millón de azufre. Pero no puedo dejar de insistirles a la Administración de Medellín, al Ministerio del Medio Ambiente y al Gobierno Nacional, un compromiso permanente con la población colombiana, que cada vez demanda más inversión social y políticas claras que garanticen un ambiente sano para una mejor calidad de vida.