Alfaro Martín García El día internacional de la mujer no debe tomarse como de celebración o jolgorio, sino más bien como una conmemoración u homenaje a la cantidad de mujeres valientes que con su ímpetu y arrojo, aportaron a que después de una ardua lucha y un sinnúmero de hechos trágicos, se decretara el día internacional de la mujer. Además la pretensión debe ser que todos los días sean día de, y para la mujer, el ser más valioso sobre el planeta tierra.
El 8 de marzo de 1857, decenas de mujeres trabajadoras en el Bajo Manhattan, Nueva York, se lanzaron a las calles a protestar por las penosas condiciones laborales a que eran sometidas; la protesta terminó siendo reprimida y algunas mujeres fueron brutalmente golpeadas, otras gravemente heridas y otras arrestadas. Cuarenta y ocho años después, precisamente un 8 de marzo de 1905, un gigantesco grupo de obreras rusas inician un movimiento huelguístico con el que se pretendió buscar mejores condiciones de vida para ellas y sus familias.
Pero un hecho sin precedentes ocurrió el 8 de marzo de 1908, 129 obreras textiles norteamericanas se tomaron su lugar de trabajo, protestando por su jornada laboral de dieciséis horas diarias, y exigiendo una jornada de diez horas; además reclamaban su derecho al voto. Fue entonces cuando los patronos decidieron cerrar las puertas de la fábrica e incendiarla, muriendo todas carbonizadas.
La coincidencia de haberse suscitado hechos significativos con fecha del 8 de marzo, llevó a que en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialista, realizada en Dinamarca en 1910, se propusiera esta fecha para rendir homenaje en todo el mundo a la mujer. Pero sólo en 1975, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas proclamaron esta fecha de manera oficial.
Para el caso colombiano, la situación no ha sido diferente, el ingreso de la mujer al campo académico fue tardío y con muchos condicionamientos; esto sin hablar del derecho al voto, el cual fue defendido y proclamado por el general Gustavo Rojas Pinilla sólo en la década de los años cincuenta del siglo pasado; de igual manera la mujer no fue tenida en cuenta en la economía del hogar, ya que el machismo imperante la obligaba a permanecer en la casa criando los hijos sin posibilidades laborales y por ende de independencia.
Hoy, sin duda, las cosas han cambiado y el protagonismo femenino ha alcanzado espacios antes negados, sin desconocer que falta mucho por hacer; en el campo político, la mujer sigue siendo relegada, basta con mirar su participación en el Congreso de la República, en las altas cortes o tribunales de justicia del Estado, en los ministerios o secretarías de despacho; dos cifras contundentes así lo demuestran, de los veintiún (21) concejales de Medellín sólo tres son mujeres, y de los veintiséis (26) diputados por Antioquia únicamente dos son mujeres. Ojalá que en próximas elecciones para el Congreso de la República, la participación femenina sea mayor y de mejor calidad. Necesitamos en la política mujeres íntegras, capaces e inteligentes.
Las secretarías de igualdad de género tanto de la alcaldía de Medellín como de la gobernación de Antioquia empezaron con mucho empuje pero… ¿qué se está haciendo? Sería muy importante que se tuviera a la ciudadanía y en especial a las mujeres bien informadas de sus actividades.