Por: Luis Bernardo Vélez

Saber que algunos candidatos presidenciales probaron la marihuana, resulta un dato insulso e intrascendente frente a la realidad que hoy vive el país. Y aunque es importante dejar claro que no todo consumo de drogas y alcohol es una enfermedad, se requieren acciones políticas, sociales, gubernamentales y clínicas para afrontar estas situaciones que en su mayoría son problemáticas y que ante todo, necesitan de respuesta oportuna y eficaz para tener efectos positivos para las personas con algún tipo de abuso, dependencia o adicción. Según el Estudio Nacional de Drogas 2008 y el de Salud Mental de Adolescentes, Medellín 2009, los jóvenes entre 17 a 24 años siguen siendo el grupo poblacional con mayor prevalencia de uso de sustancias ilícitas en los últimos años. En cuanto a estratos socioeconómicos, el mayor consumo reciente de este tipo de sustancias se encuentra en el estrato 4, con excepción de la marihuana donde los mayores niveles de abuso y dependencia se encuentran en los estratos 1 y 2.

Entre los datos más preocupantes se encuentra el consumo de heroína, sustancia cuya presencia es más reciente y mucho menos conocida que la de otras sustancias, pero que ha sido registrada por los centros de tratamiento que operan en el país. Sugieren que el consumo de heroína es ya un problema socialmente relevante que demanda esfuerzos adicionales de investigación para establecer sus características específicas y su verdadera dimensión. Frente a esto, la ESE Carisma manifiesta con preocupación cómo pasaron de atender en el año 2003, 3 casos de adicción a esta sustancia, a 70 casos en el año 2009 y 80 en lo corrido del 2010.

En diferente medios de comunicación se ha discutido el consumo de drogas y alcohol por parte de los estudiantes, por esto es fundamental que reflexionemos las causas y las respuestas, en lugar de limitarnos a las acciones de prohibición y represión, ¿cuál es nuestra propuesta desde la prevención? Ante un problema que resulta complejo necesitamos políticas claras que posibiliten la articulación interinstitucional para lograr acciones contundentes, que nos permitan disminuir el consumo, minimizar y mitigar el riesgo a causa del uso de las drogas y el alcohol.

En este escenario es cuestionable la mirada del Gobierno Nacional actual.  Quienes proponen hacerle frente a la problemática con el Acto legislativo 02 del 2009, no han considerado cómo será la respuesta institucional que ello implica y si realmente ésta sería el enfoque de intervención; pareciese que la ley va por un lado y la realidad por otro. La prevalencia en el consumo preocupa, pero también preocupa la capacidad de respuesta que se tiene ante la demanda de servicios de tratamiento y rehabilitación. En Antioquia la ESE Carisma, entidad a quien se le remiten estos casos tiene una lista de espera de 500 personas, priorizadas para la hospitalización, pero hoy se encuentran colapsados; y será mayor el caos cuando a razón de este Acto Legislativo terminen dejando por fuera- aún más- a quienes claman por salir del mal viaje de las drogas.