Balmore González

Por: Balmore Gonzalez Mira

Por la década de los ochenta y cuando llegó la televisión a color a los pueblos, esta tenía unos buenos programas de entretenimiento que no eran más que concursos de cultura general, donde el participante que más respuestas acertadas diera resultaba ganador del mismo. Emulando alguno de ellos, un paisano hizo un concurso municipal que denominó “alcanza la estrella”, donde sobre una cortina había pegadas muchas de estas y detrás escribía una pregunta y el concursante escogía al azar y por cada respuesta acertada acumulaba puntos y eliminaba a sus contendores. Al concurso se inscribieron los mejores estudiantes de la población  y los medio-intelectuales que leían desde la revista  mexicana selecciones de Readers Digest, hasta el libro de los Guinness Records. Todos con la ilusión de ganar el promocionado concurso que entregaría un jugoso premio en dinero, además de entregar el título del más sabido de los habitantes. Resultó una participante que jornada tras jornada eliminó a sus contendores y sorpresivamente deslumbró con sus conocimientos hasta llevarse el codiciado concurso. Días después el rumor crecía, afirmando que el formulador de las preguntas se las había entregado a la agraciada dama, quien juiciosamente se aprendió las respuestas y derrotó a todos quienes se presentaron al concurso.

Preocupan los comentarios que se hacen en los pasillos políticos y administrativos sobre la realidad  de lo que sucedió en los municipios del país con los concursos de las Gerencias de Hospitales y Personerías Municipales. He escuchado con  tristeza de patria y hasta con desconcierto, que lo que pudo haber sido el cimiento de una verdadera consolidación de los concursos de méritos para estos servidores públicos, y ejemplo para otros,  se convirtió en una feria de exámenes  que circularon previos a las pruebas reales y entrega de resultados.

Hay muchos rumores y  un nutrido anecdotario sobre estos casos de corrupción, que no serán muy seguramente de la proporción de lo que viene ocurriendo en las altas cortes de la “justicia” colombiana, pero que guardadas las mismas son tan graves como aquellas  y que en cualquier lugar del mundo harían sonrojar a cualquier servidor público. Se escucha decir que  hubo casos donde le entregaron, por algún dinero,  las respuestas del cuestionario a un aspirante a un cargo y que en efecto sacó el 100% en la prueba escrita, con “cero errores” en sus respuestas.  Cuentan también que hubo el mismo caso y que esa persona quiso errar en algunas respuestas para que no fuera tan notoria la cosa y que perdió el concurso por dos o tres puntos. Así como hubo otro aspirante que teniendo todas las respuestas, ni siquiera apareció en la lista publicada de resultados, lo que indicaba que ni las respuestas se las aprendió. Siguen llevándonos a la desvergüenza cuando aseguran que hay casos donde un aspirante ganó en franca lid y los nominadores se han negado a nombrar y que en los despachos judiciales eso también ha tenido precio. Que hay casos en los cuales esos concursos han costado mucha  plata para que el aspirante lo pueda ganar y no saben de dónde sale el dinero. Y lo que es peor en este nuevo carrusel, que para “alcanzar la estrella” hasta se presentaron casos donde a algunos aspirantes les ofrecieron dinero para desistir de su aspiración. Finalmente, entre muchas otras cosas, cuentan algunos a manera de rumor, y no le sostienen a nadie, que ha habido ganadores de estos concursos que han sido amenazados y que algunos no alcanzaron a posesionarse y otros tuvieron que renunciar.

Alguien,  que aun confiando en la transparencia de estos concursos,  se presentó y después se llenó de frustración, me consultaba como podía impugnar lo que para él se había constituido en un verdadero fraude; le manifesté que si tenía las pruebas, ante la Fiscalía y la Procuraduría podría hacerlo y muy seguramente habría acciones que como mínimo aplazarían unas o  harían repetir otras  pruebas. Lamentó que lo único que tenía era el comentario generalizado de que ese cargo ya estaba listo para un aspirante y que en efecto ese, de manera premonitoria, lo había ganado. Que ya eso estaba arreglado.

Ahora se ha convocado a proveer unos cargos que han estado en provisionalidad y que quedarían de forma definitiva en carrera administrativa y muy seguramente serán las  mismas universidades en el país,  las encargadas de hacer estos concursos. No quiero ser ave de mal agüero, pero en el destape que podría presentarse a futuro, como consecuencia de algunas personas inconformes o arrepentidas, podría destaparse otra olla de corrupción con consecuencias nefastas, porque algunos podrían alegar que, jurídicamente los actos administrativos y actuaciones de los servidores que llegaron a cargos públicos de manera ilegítima e ilegal, estarían todos viciados de nulidad.  Estamos a tiempo de revisar estos para ver quien verdaderamente puede alcanzar la estrella o de lo contrario, todos nos quedaríamos viendo estrellas.