Por: Rodrigo Pareja

“El voltiarepismo es el fuerte de los cinicos y los caraduras”, escribio en su tradicional columna semanal del periódico E l Colombiano, el periodista y ex diplomatico, Alberto Velasquez Martinez, al comentar lo que se viene gracias a un articulo que en su ultima reforma  los politiqueros colombianos hicieron y aprobaron a su medida.

Sin reato alguno, de manera indecente e interesada, se atrevieron inclusive a plasmarla como norma constitucional transitoria, con vigencia de escasos cincuenta días, alentados inclusive por el Ministro del Interior y de Justicia, un funcionario que no debería prestarse, dada su investidura y sus responsabilidades ante el país, a semejantes triquiñuelas.

Pero como de lo que se trata es de buscar acomodo, puestos, prebendas y canonjías para el inmediato futuro y posiblemente para un tiempito después, los tránsfugas de todos los pelambres y todos los partidos consideraron que cincuenta días es tiempo suficiente para concretar la traición a sus electores.

 Cincuenta días que comenzaron a correr en forma angustiosa para muchos de esos voltiarepas, que ante la incertidumbre frente a  reelecciones y candidaturas, no saben todavía cual camino seguir, no sea que al final tomen la ruta equivocada y se queden sin el pan y sin el queso.

Lo cual seria apenas un justo y merecido castigo ante su inconsistencia, falta de ideología, de firmeza, de honestidad y de coherencia,  cualidades que ante el mejor postor permutan – sin ruborizarse siquiera – por un contrato, un puesto y la mejor ubicación burocratica de sus familiares y validos.

Roy Barreras y Rodrigo Rivera son los peores exponentes de esta nueva clase de políticos que ha irrumpido en el ámbito colombiano, quienes para mostrar solo tienen, según lo recordo recientemente un columnista de la prensa nacional, las actas de sus expulsiones expedidas por los movimientos o partidos donde militaban.

Como el mal ejemplo cunde, también en la esfera local comienzan a aparecer  los primeros tránsfugas que buscan afanosamente acomodo en otras vertientes y movimientos, según ellos, mas rentables y seguros de cara al inmediato futuro.

Concejales y diputados que ya tienen experiencia en el asunto del voltiarepismo pero que ahora vislumbran un futuro menos promisorio si se quedan donde están, andan echando las cartas para ver donde anidan de nuevo y empollan sus torcidas ambiciones.

 Habra que seguirle la huella a estos tránsfugas locales para denunciarlos con nombre propio, e instar a sus electores del pasado a que les cobren  en la contienda comicial de marzo el abandono en que ahora los dejan, sobre todo aquellos que confiadamente depositaron su voto,  no tanto por ellos sino por la colectividad o grupo que en ese momento representaban.

 Lo único cierto es que muchos de estos oportunistas y traficantes de la política, porque no solo se trafica con droga, esperaran hasta el final de estos cincuenta días de vigencia de la perniciosa norma que consagro el  voltiarepismo, para tomar la decisión que este más acorde con sus apetencias y ambiciones, mas no con postulados, proyectos o ideologías, algo que para ellos importa un cieso.