Con motivo del Día Internacional de la Biodiversidad, que se celebra este sábado, 22 de mayo, Corantioquia y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ratifican su compromiso con la protección de las especies de flora y fauna silvestre y hacen el llamado a la comunidad para que cuide estos recursos naturales.

Antioquia cuenta con el 52% de las aves, el 51% de los mamíferos, el 49% de las especies de mariposas, el 31 % de los anfibios y el 30 % de las plantas del País. Solo en la jurisdicción de Corantioquia tienen presencia más de 1.300 especies de fauna y más de 7.000 especies de plantas.

El Valle de Aburrá, por su parte, alberga 485 especies de aves, que equivalen al 42 % de las aves del País; 100 especies de mamíferos, que corresponden al 20%; 74 especies de anfibios y reptiles, o sea, el 4,6 % de las del país; 1.346 especies de insectos, 14%; y 2.603 especies de plantas vasculares, que son el 10% de las del País.

Las cifras reflejan la riqueza de la biodiversidad en el Valle de Aburrá y en Antioquia, por lo cual sus autoridades ambientales hacen importantes esfuerzos para garantizar su protección.

En su Plan de Acción 2020 – 2023, Corantioquia tiene priorizadas 55 especies de flora con medidas de conservación, entre ellas, arrayán, guayacán amarillo, encenillo, cedro de altura y caunce; así mismo, las especies de fauna silvestre lora frentiamarilla, perezoso de 2 uñas, perezoso de 3 uñas, mono aullador rojo, puma y el ave cacique candela, además del mono titi en el ecosistema urbano del Valle de Aburrá.

Corantioquia y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá también han trabajado en el reconocimiento y conservación de árboles emblemáticos en 24 municipios, por su valor histórico, ecológico, estético y paisajístico. Tras analizar 727 individuos, 120 fueron agrupados como árboles y palmas emblemáticos, entre los que resaltan el samán (Samanea saman), el guayacán amarillo (Handroanthus chrysanthus) y el magnolio centello (Magnolia jardinensis).

En el caso del Valle de Aburra, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha identificado las zonas verdes que deben conservarse, respetando la estructura ecológica principal definida en el ordenamiento territorial de los municipios, incorporando estas áreas que son potenciales para integrar las redes existentes y orientando las intervenciones en materia de aprovechamientos forestales que se requieran para el desarrollo de infraestructuras, de manera que se logren restablecer los flujos energéticos y la conectividad en aquellos sitios que deban intervenirse, y basados en elementos técnicos y científicos que permitan orientar el desarrollo urbanístico de la ciudad, con criterios de sostenibilidad y calidad ambiental urbana y enfocado a la preservación de la infraestructura verde y de la diversidad biológica del territorio metropolitano.