En el artículo “Los medios de comunicación han contribuido con sesgo, falta de rigor y agenda política”, me refería a cómo se ha profundizado la división y la desconfianza en el País, donde la palabra usada para mentir y los titulares de prensa diseñados para desatar rabia y no reflexión, son generadores de violencia.
Los micrófonos usados para incendiar y no para argumentar son una realidad diaria que alejan a los periodistas de su responsabilidad fundamental: la de informar con veracidad, imparcialidad, independencia y compromiso con el interés general.
Pero sería injusto —y peligroso, además— pensar que los únicos responsables son los periodistas o los medios de comunicación. Las audiencias también tienen su cuota de responsabilidad. Porque los contenidos mediáticos no existen en el vacío: son producidos para alguien y sobreviven gracias al consumo, la aprobación y el estímulo de quienes los reciben.
Cuando las audiencias aplauden el amarillismo, comparten la mentira, premian el escándalo, estimulan la injuria y la calumnia, siguen al desinformador y callan ante la manipulación, están alimentando un círculo vicioso que termina por normalizar un periodismo irresponsable, sesgado y violento.
Por eso, también es hora de exigirnos más como ciudadanos. Si queremos medios más éticos, más responsables, comprometidos con la verdad y con la construcción de una sociedad más justa y pacífica, necesitamos audiencias más críticas, más informadas, más calificadas y más conscientes.
Para empezar a garantizar esa consciencia, es necesario entender que no todo lo que se publica merece ser compartido, ni todo lo que suena fuerte es cierto y tampoco todo lo que emociona, construye.
Es tiempo de promover y exigir un periodismo que respete la vida, la dignidad humana, la diversidad de pensamiento y que contribuya a una sociedad que dialoga, en vez de gritar, y que se informa para entender y no para odiar.
Sólo de esta manera será posible construir un círculo virtuoso en el que el periodismo y la ciudadanía se fortalezcan mutuamente. Uno donde los medios respondan a una audiencia exigente, que ya no premia el ruido sino la verdad, el respeto y la responsabilidad.
De ahí mi insistencia en saludar en Sinergia Informativa y en ClickCracia de ElCanal.co a nuestra audiencia como gente “in”: Informada… y formada… inteligente, interesante y calificada.