Muy pero muy candente, ha sido el debate acerca de la propuesta de campaña de uno de los candidatos presidenciales; repartir entre adolescentes la “píldora del día después”, con el fin de evitar embarazos masivos de bebés, en su mayoría no planificados y en muchos casos no deseados de madres menores de quince años. Frente al tema en discusión, no debe olvidarse que el hombre por naturaleza es un ser sexuado, capaz de sobreponer los instintos animales reproductivos para amar a la persona escogida, además los métodos anticonceptivos han existido desde tiempos muy remotos; lo preocupante es leer y analizar las cifras o en su defecto, caminar por las calles de algunos barrios de la ciudad y ver niñas en proceso de formación, aún con caras angelicales circundadas por la inocencia, con una barriga pronunciada gestando un bebé.
Hace poco se generó también en la ciudad de Medellín, una discusión acerca de la prohibición hecha por un administrador de una unidad residencial donde los jóvenes, al parecer, excedían sus besos, generando espectáculos eróticos que molestaban a propios y extraños. Todo debe llevar a la pregunta: ¿qué sujeto moral se está formando en los hogares y cuál es, o ha sido el aporte de los colegios en esta tarea? Siempre se ha reivindicado el hogar como ese primer espacio de socialización y aprendizaje, donde comienza la formación de ese sujeto moral. Luego es la escuela el lugar confiado por los padres, para coadyuvar en competencias y habilidades que ayuden a formar un sujeto moral preocupado por sí mismo y por los demás; es claro que el hogar y la escuela deben trabajar bajo una misma ruta sin evadir responsabilidades. Indudablemente, también se necesita la ayuda responsable de los medios de comunicación y de todos aquellos entes o estructuras gubernamentales que faciliten y no entorpezcan los procesos formativos.
A todas estas, no se sabe si hablar de madres niñas o niñas madres o de métodos anticonceptivos en vez de métodos formativos. El caso es que, ni los padres de familia ni los profesores se pueden pasar todo el tiempo hablando de sexo; en otras épocas el tema sexual era un tabú, del cual no salían con fluidez las preguntas y cuando éstas afloraban hacían sonrojar a los interrogados. Hoy en día los jóvenes no preguntan sino que van sin la teoría a la práctica sexual desconociendo que el sexo exige responsabilidad; acaso se ha preguntado la sociedad ¿desde cuándo y por qué se disparó el madre solterismo? Al ritmo que van las cosas las guarderías como algunos colegios tendrán zona de fumadores y las jardineras deberán estar vigilantes del trato corporal entre los infantes.
¿Qué le garantiza a un padre de familia de una niña de seis (6) años hoy, que no se embarace a temprana edad? Tal vez no exista la fórmula mágica, pero sí debe pensarse desde ya qué tipo de sociedad se quiere tener a futuro y cuál sería el aporte de cada uno en tan espinoso asunto. Para el caso de las relaciones sexuales a temprana edad y por ende del embarazo adolescente, debe abrirse el debate científico y social sin estigmatizaciones ni señalamientos; lo importante ahora es buscar que niños y jóvenes no busquen en el sexo sólo la parte satisfactoria y divertida, sino que abran sus sentidos a unas relaciones de respeto y madurez.