Por: Ramón Elejalde Arbeláez

El partido Liberal se encuentra frente a una gran disyuntiva, o se reivindica o perece en el intento. Lo primero, porque estamos frente a una gran posibilidad de volver al poder. El gobierno Uribe va de salida y todos los días las circunstancias le hacen perder capacidad de maniobra, internacionalmente los cuestionamientos son cada día mayores y la situación económica y social se deteriora más. El liberalismo es un partido serio, con historia, con vocación de poder, con organización y además con el mayor reconocimiento entre los ciudadanos.

Indudablemente que el ex presidente César Gaviria ha jugado un papel importante en mantener la vigencia de la colectividad roja, a pesar de los embates desde el Gobierno y de los errores del reciente pasado, como el proceso ocho mil, para no citar sino un caso. Gaviria renunció a llevar una vida tranquila y a conservar niveles de popularidad importantes, por jugársela con su Partido.

Pero los pasos siguientes tienen que ser muy cuidadosos, porque podemos llegar a una catástrofe. Seis precandidatos en la consulta para escoger al abanderado del liberalismo suena a exageración, a suicidio, máxime cuando muchos de ellos aspiran simplemente a una efímera figuración o a adelantar la campaña para Congreso desde ahora. Eso le está haciendo daño al Partido. No es posible que seis candidatos tengan opción ante los medios de comunicación.

Organizar varios foros en distintas ciudades capitales de departamento es otro despropósito. Los discursos serán interminables; los precandidatos solamente podrán hablar a lo sumo quince o veinte minutos; el ex presidente Gaviria, como es apenas obvio, quien también intervendrá, será la vedette de la fiesta y los seis ciudadanos que pugnan por llevar la vocería Liberal aparecerán como secundarios, frente al gran jefe. Los medios de comunicación darán cuenta de lo que dijo César Gaviria, sin importar para nada lo de los precandidatos, así expongan, como lo están haciendo, cosas serias e importantes. Seguramente lo que se busca con los foros es mostrar unidad y despertar el fervor popular y no creo que así se obtenga.

Si con realismo entendiéramos que de los seis nombres en escena, sólo dos o tres tienen futuro, los demás deberían permitir la pugna democrática entre los que han asumido el reto con responsabilidad y posibilidades. Sé que no debe sonar muy liberal lo que estoy proponiendo, frente a personas que tienen todo el derecho de aspirar. Los foros serán para unos, los que tienen posibilidades, un escenario para diluirse y para los otros un tinglado para mejorar su cauda con el fin llegar al Congreso. El Liberalismo, cavará así su sepultura, en una “candorosa armonía”.

Si el número de precandidatos fuera menor, seguramente ya la opinión liberal se hubiera polarizado entre las opciones viables. La encuesta de Napoleón Franco me otorga toda la razón: Somos el partido con el mayor número de adeptos reconocidos (24%) frente a la U (22%) y al partido Conservador (14%), pero al momento de expresar sus intenciones de voto, solamente el 8% se identifica con los candidatos y en este escenario me parece que Aníbal Gaviria lleva las de ganar. Tiene escasos veinte días de campaña y de haber regresado al País, es figura joven y esperanza de renovación, pero esas posibilidades y la de por lo menos otros dos de los precandidatos, se perderán irremediablemente por error en el cálculo de los jefes y por los deseos de figuración de otros. Cuando la nave haga agua, nos vamos a lamentar.

Brillante el momento hoy del liberalismo, pero la Dirección no puede equivocar sus procedimientos y en vez de realizar unos foros perjudiciales debería preocuparse por buscar que sean menos los precandidatos y animar una sana confrontación entre los que tienen posibilidades. La clase política también tiene que tomar partido rápidamente para permitir que las opciones serias se consoliden y no se pierdan en ese mar de aspiraciones y de discursos, que serán los foros.

Notícula.  Triste el espectáculo el que da lo que queda de Dirección Liberal en Antioquia. Inflaron en más de mil trescientos los delegados a la Asamblea Liberal. Falsificaron firmas, inscribieron a personas que no podían aparecer y descalificaron y borraron a los contradictores. La trampa enseñoreada del Liberalismo. Afortunadamente viene el cambio y la renovación el próximo 27 de septiembre, para que nos dediquemos a pensar en el futuro de Colombia y de Antioquia y no en la curul o el puesto de simples mercaderes de la democracia.