Gustavo Petro, presidente electo de Colombia.

El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, aseguró en su discurso del triunfo que el cambio por el cual votaron 11.281.013 colombianos este domingo, 19 de junio de 2022, no es para vengarse, ni para construir más odios, ni para profundizar el sectarismo en la sociedad colombiana.

El cambio consiste, precisamente, en dejar el odio atrás, en dejar los sectarismos atrás (…) Queremos que Colombia sea una, no dos. Y para que sea una Colombia en esa enorme diversidad multicolor, necesitamos del amor, entendida la política del amor como una política del entendimiento, del diálogo, de comprender los unos a los otros”, expresó el Presidente electo.

Gustavo Petro precisó que el gobierno que va a iniciar el 7 de agosto, será el gobierno que quiere construir a Colombia como una potencia mundial de la vida, la cual sintetiza en tres expresiones: la paz, la justicia social y la justicia ambiental.

Dijo que no tendría razón el cambio ni tendría sentido un gobierno de la vida si no se lleva la sociedad colombiana a la paz. Y un primer paso es lograr que los 10.580.412 colombianos que votaron por Rodolfo Hernández sean bienvenidos al gobierno de Gustavo Petro.

Significa que Rodolfo Hernández, que hizo una campaña interesante, puede dialogar con nosotros cuando quiera”, agregó, precisando que no se utilizará el poder en función de destruir al oponente sino, al contrario, para perdonar.

En consecuencia, el Presidente electo de Colombia anunció que la oposición que lideren Álvaro Uribe, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández y otros, será bienvenida en la Casa de Nariño para dialogar sobre los problemas de Colombia.

Porque el clima político que nos ha acompañado en este siglo, que ha sido de odio y de confrontaciones, literalmente a muerte, de persecuciones, de aislamiento, hoy no puede seguir así. Habrá oposición, indudablemente, quizá férrea, quizá tenaz, pero este gobierno que se inicia no dará lugar a la persecución política y jurídica: sólo habrá respeto y diálogo. Es así como podremos construir el gran Acuerdo Nacional, que ya se comenzó a construir entre 11 millones de colombianos, pero que tiene que ser entre 50 millones, tiene que ser con toda la sociedad colombiana”, dijo Gustavo Petro.

Explicó que el Gran Acuerdo Nacional tiene que comenzar a construirse a partir del diálogo regional vinculante. O sea, que lo que se decida regionalmente para acabar los conflictos violentos y construir la prosperidad regional, se vuelva norma y se cumpla.

Los diálogos regionales permitirán mirar el conflicto en su especificidad histórica. En esas regiones debe incluir la diversidad de Colombia, no sólo de los que están levantados en armas, sino de la mayoría silenciosa de indígenas, campesinos y pobres, sobre la base de diálogos regionales con los que se puedan construir las reformas que necesita Colombia para poder convivir en paz.

Gustavo Petro Urrego fue insistente en asegurar que el Acuerdo Nacional tiene que ver con que los derechos fundamentales no pueden ser más letra muerta en la Constitución, sino que tienen que ser la vida cotidiana, la existencia real, la garantía plena de una Constitución viva, que se pueda palpar, que se pueda vivir todos los días, una Constitución viva en la plenitud de los derechos de la gente.

Si me preguntan para qué es un Acuerdo Nacional, yo diría que para construir los máximos consensos que nos permitan las reformas para una vida mejor, que los viejos puedan tener una pensión, que el joven pueda tener una universidad, que el niño pueda tener la dicha que el pan y la carne no sean artículos de lujo… El Gran Acuerdo Nacional para construir la paz, y la paz no es más que la garantía de los derechos de la gente, la paz es que la sociedad colombiana tenga oportunidades…”, manifestó.

Gustavo Petro, presidente electo que se posesionará el próximo 7 de agosto, fue claro en decir que la paz “no es matarnos los unos a los otros, es amarnos los unos a los otros”, que es la esencia de su convicción de que llegó la hora del cambio sin venganzas, sin odios y sin sectarismos.